Varios malos mensajes en uno

Cuando hace ocho años la entonces presidenta Cristina Kirchner intervino y expropió YPF a la española Repsol, Alberto Fernández fue uno de sus más consistentes críticos. El actual presidente tenía una vieja amistad personal con el CEO de la petrolera expropiada, Sebastián Eskenazi, de quien ahora sigue siendo amigo. Es notable que menos de una década después sea el propio Alberto Fernández quien haya recurrido a una una de las grandes exportadoras de granos de la Argentina. La presencia destacada de la senadora en el proceso de intervención y expropiación de Vicentin lleva inevitablemente a la conclusión de que el cristinismo, ya sea por influencia de la propia Cristina o de su hijo Máximo, tuvo participación en la decisión e instrumentación de la medida. Fernández Sagasti es una leal militante del cristinismo, y lo fue aun en los peores años de Cristina fuera del poder. La otra conclusión ineludible consiste en preguntarse si vale la pena seguir diferenciando a Alberto Fernández de Cristina Kirchner, sobre todo si el Presidente no está dispuesto a ponerle frenos al cristinismo. Son diferentes en ideas y modos, pero todas las partidas las termina ganando Cristina. En efecto, el propio Alberto Fernández intentaba ayer salir de la encerrona de la expropiación. Altas fuentes oficiales dijeron que el Presidente se reunirá hoy con los dueños de Vicentin y que estos prometieron entregarle una propuesta diferente de la expropiación. Los accionistas de la empresa intervenida le habían pedido a Alberto Fernández en diciembre pasado que YPF Agro se sumara como accionista de Vicentin. La idea no prosperó por la monumental deuda con bancos estatales.Vicentin es una empresa increíblemente endeudada que necesita una reestructuración de su pasivo. Es una situación calcada de lo que le sucede al Estado argentino con sus acreedores; el mismo Estado que ahora se erige en el salvador de quien padece su misma enfermedad. Había varias empresas privadas, nacionales o multinacionales, interesadas en comprar Vicentin. A pesar de su deuda, es una empresa que está trabajando y que cuenta con una fabulosa facturación. ¿Hubo mal manejo financiero por parte de la empresa? Sí, sin duda. De hecho, la deuda de Vicentin con el Banco Nación, de la que tanto se habla, significa uno o dos meses de su facturación anual, cercana a los 3000 millones de dólares. Y el volumen de la deuda que tiene con el Estado, si se saca a la AFIP, no es más grande que la del resto de las 10...

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