Vamos por todo... lo que se pueda

Eduardo de Pedro y Axel Kicillof vienen asumiendo una tarea que históricamente correspondía a Julio De Vido, que es hablar con empresarios. Ha sido una de las transmutaciones más imperceptibles de la generación de funcionarios que cobró vuelo desde que Cristina Kirchner asumió el 100% de las decisiones en el país. Hasta la muerte de su marido, era común que ningún miembro de La Cámpora se dignara a tomar contacto con ese mundo de lobbying. Pero ya no sorprende que, como ocurrió en estos días, De Pedro o Kicillof se comuniquen por teléfono con altos jefes de la Unión Industrial Argentina (UIA). Para los empresarios es incluso mejor, porque les ahorra el esfuerzo de constatar al mensajero: ahora sí se sienten en línea directa con la Presidenta.

Además de inapelables, los encargos, que fueron dos, denotaron esta vez cierta minuciosidad. El verdadero kirchnerismo se esconde en los detalles. Primero: pidieron que la unción de Adrián Kaufmann, directivo de Arcor, como nuevo presidente de la UIA no fuera durante este gobierno, sino después de que asumiera el próximo. "Que se corra un poquito la fecha", transmitió Kicillof, que se explayó en una ironía: "Va a ser más tranquilo para ustedes, porque no saben siquiera quién va a ganar las elecciones. Yo sí sé quién las va a ganar". El segundo requerimiento también es de agenda: el Gobierno pretende que la UIA cancele el festejo íntimo que, antes de la gran celebración que encabezará Cristina Kirchner en Tecnópolis, tiene previsto hacer en su sede el 2 de septiembre, Día de la Industria. "Confunde", fue la explicación. La UIA evaluará la respuesta, que incluye también la posibilidad de asistir o no a Tecnópolis.

En el fondo de la discusión, hay una demostración de poder. Mientras proliferan en silencio tironeos con Daniel Scioli, el kirchnerismo parece decidido a emitir señales de que nada cambiará con la salida de Cristina Kirchner. El candidato es el proyecto. Es lo que Augusto Costa, secretario de Comercio, intentó transmitirles anteayer a empresarios de la alimentación a quienes exhortó a cumplir con acuerdos de precios que, al parecer, vienen más laxos de lo que se pensaba. Costa les dijo no sólo que en los próximos años continuaría la "administración del comercio", sino que él tenía "toda la intención" de quedarse. Al contrario de lo que pregona el viejo hit de Hernán Lorenzino, estos funcionarios del Palacio de Hacienda se quieren quedar. Por eso sus últimos pasos, y acaso los próximos, esconden...

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