Un 'vamos por todo' con bajo poder de fuego

La vicepresidenta, Cristina Kirchner, enarbola una Constitución durante su defensa en la causa Vialidad

Tal es el grado de convicción que despliegan, tal el oficio que han desarrollado durante una vida de ponerse y quitarse máscaras, que por momentos nos hacen creer que se la creen. Actúan bajo la premisa de que la realidad sigue una suerte de principio democrático: no importa que la leche sea blanca; si todos repetimos que es negra, nos la llevaremos al buche como si fuera vino tinto. La vida, para ellos, es un inmenso Truman Show. Hay que seguir adelante con el circo. Lo importante es estar entre quienes mueven los hilos. Eso exige actuar. Actuar para vivir. O para mantenerse en el poder, que vendría a ser lo mismo. Así, asumen el papel que les fue asignado con un desprecio asombroso por la verdad , por lo que han dicho ayer nomás y por una sociedad cada vez más renuente a dejarse cautivar (es decir, atrapar) por una red de palabras que escamotea la realidad.

La realidad, contundente, está rompiendo el hechizo. Pero ellos siguen. Entonan un guión cada vez más endeble mientras se les corre el maquillaje. Los gestos ampulosos, ya desprovistos de épica, derivan hacia el grotesco. En medio de esa decadencia, les toca jugar el papel de sus vidas, el definitivo. Ahora, como en su mejor momento, van por todo o eso parece : eliminar las PASO, crear una ley que acalle la crítica, alterar el Consejo de la Magistratura y sobre todo aumentar el número de miembros de la Corte Suprema a fin de apropiarse de ella. Van contra la prensa y la Justicia con el objetivo de siempre: la impunidad. Pero algo ha cambiado: lo que antes se intentó desde una actitud ofensiva, de ataque, y no se consiguió, se busca ahora desde una posición defensiva ante una posible condena por corrupción que se cierne sobre la vicepresidenta. Para peor, con una menguante batería de recursos. Por momentos, a los menos dotados les queda solo el énfasis.

La desesperación que esto produce se refleja en el modo en que los soldados de Cristina Kirchner , funcionarios y legisladores, han demonizado en estos días a los miembros de la Corte. Los acusaron de "corruptos", de "mentir alevosamente", de "cortesanos cobardes", de "banda de mafiosos", entre otras cosas. En una puesta bien montada, actuaron como los teloneros del número principal, a cargo de la directora de la obra.

Decidido como parece a alcanzar su objetivo de impunidad a cualquier costo, el Gobierno castiga a una sociedad que...

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