La utilidad del conocimiento inútil

Alfred Nobel fue químico, ingeniero, inventor y fabricante de armas. Se lo recuerda por la dinamita, pero además llegó a registrar 355 patentes. En una nota necrológica que erróneamente se le dedicó en 1888, en un diario francés, 10 años antes de su verdadera muerte (cuando en realidad el que había fallecido era uno de sus hermanos, Ludvig), se lo recordaba como alguien que "se hizo rico buscando maneras para matar a más gente y más deprisa que nunca".

Afortunadamente, los premios que se anuncian cada octubre desde 1901 y que convierten inmediatamente a los elegidos en celebridades, a tal punto que su apellido ya se usa como adjetivo (suele decirse "el Nobel" tal y tal), no celebran métodos destructivos cada vez más efectivos, sino el trabajo, la constancia y la creatividad.

Por eso, más allá de lo discutible que puede ser cualquier distinción, siempre son excitantes e inspiradores. Ayudan a iluminar el talento, particularmente el de científicos que raramente atraen a los medios masivos. Este año, como comentó hace un par de días horas el notable investigador argentino Alejandro Schinder, presidente del Instituto Leloir, vuelven a dejar en claro la crucial importancia de la ciencia básica en momentos en que existe una enorme "presión de los gobiernos y las agencias de financiamiento respecto de lo que deben producir los científicos como «delivery» hacia la sociedad: curar enfermedades y producir tecnologías innovadoras. Por supuesto, ¿quién se opondría a alcanzar semejantes logros -comentó-? ¡Ése es el sueño de todo científico! Pero se espera que esto ocurra salteando el paso intermedio de buscar los mecanismos fundamentales que nos permitirían, justamente, curar enfermedades y producir tecnologías".

Las evidencias que respaldan este razonamiento son difíciles de pasar por alto. Helmut Schwarz, profesor de Química de la Universidad Tecnológica de Berlín y presidente de la Fundación Alexander von Humboldt, cita algunas en un artículo para Nature Reviews: "La mayoría de los grandes avances no son ni podrían ser planificados", asegura. Surgen de la pasión de personas sobresalientes que necesitan espacio, libertad...

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