Uso y abuso de Keynes

La corriente nacional y popular ataca la cultura cosmopolita, pero busca allí sus mentores intelectuales. Carta Abierta sigue las directivas de Ernesto Laclau, argentino trasplantado en Londres y seguidor de los posestructuralistas franceses. El nuevo asesor económico del kirchnerismo, Axel Kicillof, en los ratos que le deja la militancia y los cargos públicos, estudia alemán para leer a Marx en el original, además se especializa en Keynes y sostiene que es un pensador radical tergiversado por el análisis burgués.

John Maynard Keynes se movía, sin embargo, en un mundo muy lejano al del kirchnerismo o al de La Cámpora Las singulares circunstancias de su vida no lo predisponían a ser convencional: sofisticado caballero inglés de clase alta, proveniente de la burguesía ilustrada, nacido en la era victoriana y educado en Cambridge, compartía por igual los círculos de la nobleza y la bohemia del teatro o del grupo Bloomsbury, al que pertenecían Virginia Wolf y otros intelectuales que renovaron el arte y la literatura, así como los hábitos y costumbres de la Inglaterra puritana del siglo XX temprano. Bloomsbury se inspiraba en la ética del filósofo George Moore, partidario de una moral basada en la razón, el goce y la libertad, y de un sistema de valores que buscaba la belleza, el amor y la verdad y se alejaba del heroísmo y la santidad. Keynes en sus escritos autobiográficos reiteraba estos conceptos.

Aunque éste no es el caso del muy culto Kicillof, el economista inglés es citado con frecuencia por formadores de opinión que difícilmente leen un tratado de economía, conocen sus ideas de oídas y lo vinculan, con razón, con el Estado de Bienestar y la socialdemocracia, pero también con el populismo de las sociedades periféricas, relación que probablemente hubiera asombrado al democrático Keynes. Se le adjudica ser un destructor del liberalismo, pero él nunca dejó de considerarse un liberal a su manera, un continuador de la línea del liberalismo reformista de John Stuart Mill, tal como lo muestran sus Ensayos de persuasión (1931), en los que sostenía que el problema político de la humanidad es combinar tres cosas: la eficiencia económica, la justicia social y la libertad individual.

La definición política de Keynes era muy clara. No se consideraba un conservador, pero tampoco aceptaba el socialismo "por ser el partido que odia a las instituciones existentes y cree que el verdadero bien resultará sencillamente de derribarlas"; contra ambas...

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