El último San Martín: lejos de Buenos Aires, cerca de la patria

Réplica de la habitación en la que murió San Martín en Boulogne sur Mer, en el Museo Histórico Nacional

Ante un nuevo aniversario del fallecimiento del General José de San Martín, se reiteran merecidos homenajes a su figura como hombre de armas comprometido con la independencia de la Argentina, Chile y Perú. Sin embargo, su figura parecería opacarse desde su partida definitiva desde Buenos Aires, cuando a partir de entonces continuaría para él su tarea, aunque ya lejos del campo de batalla.

Es sabido que además de militar fue un hombre culto, y que llevaba consigo libros que luego donó a la Biblioteca de Lima (1821) y a la de su amada Mendoza. Entre ellos, algunos clásicos del Derecho Internacional como Hugo Grocio. Y esto se refleja en la carta que dirigió a su amigo y congresista en Tucumán Tomás Godoy Cruz instando a la declaración de la Independencia (1816): "… Los enemigos, y con mucha razón, nos tratan de insurgentes, pues nos declaramos vasallos. Esté usted seguro que nadie nos auxiliará en tal situación…"

Su posición era clara y correcta: era necesaria la declaración de independencia, ya que de lo contrario lo que encabezaba con el ejército organizado en El Plumerillo no era sino un acto de rebelión, una cuestión interna dentro del imperio español. En consecuencia, difícilmente podría contar con el apoyo de otros estados, porque ya en esa época hubiera implicado un acto de intervención en los asuntos internos de España. Estaba demostrando un conocimiento jurídico y preanunciaba el desarrollo en nuestro continente del principio de no intervención, ya formulado por el Iluminismo, y que se transformaría en algo tan caro a nuestras repúblicas americanas.

Por otra parte, recordemos que en ese momento España e Inglaterra eran aliadas contra Francia, como consecuencia de la invasión napoleónica a España, época en la que el general San Martín formaba parte del ejército español y había trabado amistad con oficiales británicos, con los que volvería a encontrarse en su exilio europeo. También se conoció un requerimiento suyo a que se enviara a reclusos de Malvinas para incorporarlos al ejército que formaba en Mendoza (1816).

Después de la entrevista de Guayaquil y su regreso a Buenos Aires, partió definitivamente hacia Europa (1824) y ahí se abrió la etapa que nos interesaría rescatar en esta ocasión, porque sale de la escena americana, pero no deja de ocuparse de estas repúblicas que había ayudado a independizar . La tarea estaba cumplida en...

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