El último gesto: casarse antes de morir para reivindicar y proteger a la pareja

Le dio todas las vueltas que pudo al asunto. "Mejor el año que viene". "Es un gastadero de plata". "Que no hacen falta los papeles después de 23 años". Pero un día, una noticia inesperada hizo que Gabriel Vespa (52) cambiara de opinión. Su vida entró en modo cuenta regresiva. No quería más postergaciones. Esa misma tarde, desde la camilla del hospital, mientras se lo llevaban para hacerle estudios, agarró a su novia de la mano, fuerte. Y antes de que los camilleros lo alejaran, se lo dijo: "¿Y si nos casamos, negra?".Bernardina Ferreira lo había puesto muchas veces contra las cuerdas. Desde que se conocieron, en una pizzería, había deslizado de mil maneras sus ganas de casarse. A veces, sutil; otras, explícita y hasta con tono de reclamo. Ahora, mientras lo veía desaparecer tras dos puertas vaivén de un sanatorio, se quedó pensando en esa propuesta que finalmente llegó en el momento menos esperado: después de que a él le diagnosticaran un cáncer de estómago en estado avanzado.A Gabriel lo internaron el 4 de enero pasado y los novios se casaron una semana después, el corto tiempo que les llevó pedir turno en el Registro Civil y organizar todo. La boda fue en el Sagrado Corazón; la clínica, no la iglesia. Porque Vespa no podía moverse de ahí. Todos en la habitación, reunidos junto a su cama. Estaban el juez, los cuatro testigos requeridos, las enfermeras, la coordinadora de la clínica y Bernardina, la novia, de jean y camisa. Después del sí, hubo brindis y algo para picar. Gabriel apenas mojó los labios en la sidra, agarró el ramo de rosas que le habían preparado y se lo dio a su esposa. Bernardina lloraba mientras recibía las flores. Llora también ahora mientras muestra la foto que tiene como fondo de pantalla en su celular. Él la interrumpe entre una risa débil: "¿Viste?, finalmente no pude zafar".En lo que va del año, el Registro Civil de la ciudad de Buenos Aires ya realizó once casamientos in extremis, uniones conyugales de urgencia que se solicitan cuando uno de los integrantes de la pareja tiene riesgo de muerte inminente. Entre ellos figuran Gabriel y Bernardina, que se casaron apenas 48 horas después de haber presentado el pedido. Entre 2016 y 2018, hubo un promedio anual de 45 enlaces de este tipo, según datos oficiales.Como ese último gesto de amor. Así se viven los casamientos in extremis. A veces como un deseo de honrar a la pareja; otras, como la necesidad de activar los mecanismos legales que supone el matrimonio, como el...

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