En turismo, el mayor lujo es saber disfrutar

Son las 9.15 en San Martín de los Andes. La combi blanca traslada unos diez esquiadores desde los hoteles del centro de la ciudad hacia las pistas de Chapelco. El chofer improvisa algunos comentarios de guía turístico. Habla del lago Lácar, de la pesca, de Quila Quina y, en cuanto toma el tramo final de montaña hacia el centro de esquí, señala: "A partir de ahora, las casas que vean son de la comunidad mapuche local"."No están nada mal las casitas. ¿Y estos mapuches viven de la caza y de la pesca? ¿Por qué siempre se quejan?", interviene un porteño de unos 45 años, que va a esquiar con su mujer y un nene de unos 6. Parece molesto por algo. "¡Mirá esas camionetas!", le indica a su esposa, que no responde.El conductor dice que la comunidad en cuestión suele estar atenta a los emprendimientos inmobiliarios en tierras que reclama como propias, entre otras cosas. Por otra parte, el Estado parece proporcionarle educación y salud adecuadamente; en ese sentido la situación está más tranquila, aclara."¿Educación y salud gratis? ¡Bueno, entonces quiero ser mapuche! -exclama el turista-. En Buenos Aires, tengo que cubrirme la prepara y el colegio de él (señala a su hijo vestido de miniesquiador)."El chofer casi no cambia el tono de voz y sigue siendo amable con su interlocutor, que de todos modos avanza: "Así nadie necesita laburar, ¿no? Si te dan todo gratis..." Ningún otro pasajero interviene. El hombre, en cambio, insiste incluso ya fuera de la combi, en el estacionamiento de Chapelco. "¿Sabés cuánto pago la cuota del colegio? ¡2500 mangos! ¿Por qué no me...

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