Esa turbia pero imprescindible pasión por el poder

Perdón por abrazarme a Byron: "La consecuencia de no pertenecer a ningún partido significará que los molestaré a todos". Y una cosa más: el lector sensible, aquel que crea que la política es el arte de los discursos altruistas y las buenas conciencias, tiene la oportunidad ahora mismo de abandonar esta página plebeya y pragmática, y seguir con las confortables monsergas al uso. Lo que se propone este cronista no será perdonado por muchos lectores, y lo sabe, pero no puede resistirse a pensar en voz alta y sin filtros sobre este asunto tan serio que damos en llamar "la política". Ahí vamos: la nominación del papa argentino, acontecimiento fundante si los hay, fue el test perfecto para calibrar el comportamiento y la pericia de las fuerzas locales en pugna. Y el resultado fue notorio: http://www.lanacion.com.ar/1564812-cristina-lloro-al-saludar-al-flamante-papa-francisco, velocidad, cinismo, fortaleza y contundencia, logró girar en el aire dejando un desparramo a su alrededor y consiguió apoderarse impúdicamente de Jorge Bergoglio, su enconado crítico, con el simple método de abrazarlo por la cintura. Gracias a su instinto salvaje, acaso con un cierto fuego sagrado que se tiene o no se tiene en política y en cualquier otra disciplina, logró que las diferencias quedaran de pronto borradas. Quince días después, casi ningún sector popular cree que http://www.lanacion.com.ar/1565116-rece-por-la-argentina-le-pidio-cristinasean realmente enemigos.La oposición, que está plagada de almas bellas y verbales, tiene varios dirigentes que muy bien podrían postularse como los representantes nacionales de "la ideología Francisco". Todos ellos se quedaron con la boca abierta viendo cómo la dama de negro viraba, les quitaba protagonismo y ocupaba una vez más el centro de la escena. http://www.lanacion.com.ar/1564806-como-no-me-la-trajo-a-antonia-le-dijo-el-papa-a-macridebió ser rescatado de la multitud anónima por un allegado del Papa para lograr una mera foto de cabotaje. Los demás dirigentes vernáculos que frecuentaban a Bergoglio y bebían de sus consejos, se quedaron en Buenos Aires a mirar el espectáculo por televisión. Ni se les ocurrió hacer el esfuerzo de abrirse paso a los codazos en la Plaza San Pedro para ganar la tapa de las revistas y de los diarios del mundo. Eso les parece marketing repugnante, oportunismo inconducente, demagogia sacrílega y otros apelativos igualmente morales con los que arroparse para seguir durmiendo la siesta.Esa gente, que suele ser...

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