Tucumán: cuando la que pierde es la democracia

Los violentos hechos registrados en Tucumán después de unas elecciones provinciales cargadas de sospechas, quemas de urnas, , entre otras nefastas prácticas de las que se vale particularmente el populismo para mantener a sus representantes en el poder, es de una gravedad que, por repetida, no deja de ser trágica.

Y no se está hablando aquí de las tragedias que, de hecho, pudieron haber acontecido anteanoche durante la feroz represión policial emprendida contra familias enteras que se manifestaban en la plaza Independencia en protesta contra ese sistema corrupto, sino de la catástrofe que implica dar por naturalizado el poder absoluto y la aberración política como forma de vida y de gobierno.

Una manifestación pacífica se convirtió en una debacle. Hubo corridas, pedradas, policías de a caballo y de civil repeliendo a los miles de tucumanos que salieron a las calles a reclamar sin otra arma que su palabra. Algunos fueron arrastrados de los pelos. Lo peor del pasado volvía así, una y otra vez, ante los ojos de todos, sin que nadie desde el gobierno provincial ni desde el nacional emitiera anteanoche el menor pronunciamiento o hiciera algo para volver las cosas a su cauce normal.

Sólo ayer se conocieron algunas voces provocadoras, como la del jefe de Gabinete de Ministros y candidato kirchnerista a la gobernación bonaerense, Aníbal Fernández, quien dijo que no se había enterado de lo que pasaba porque estaba durmiendo. Y sólo ayer, después de haberse vuelto de Tucumán sin la posibilidad de celebrar nada ante el escándalo electoral y el escrutinio suspendido, el candidato presidencial oficialista, Daniel Scioli, rechazó "los hechos de una acción autoritaria de algunos miembros de la policía".

Las imágenes transmitidas por los medios audiovisuales independientes del Gobierno mostraron en directo que no fueron "algunos miembros de la policía", sino muchísimos los que golpeaban y herían a los manifestantes. Una transmisión que, por cierto, se retaceó hasta lo increíble en el enorme multimedios oficial pagado con el dinero de todos los argentinos. Lamentablemente, el kirchnerismo se ha pasado los últimos 12 años dando cátedra sobre cómo burlarse de la realidad hasta el punto de desconocerla. Valga recordar cómo bailaba la presidenta Cristina Kirchner en la Plaza de Mayo durante la celebración de los 30 años del regreso a la democracia, en diciembre de 2013, mientras la policía tucumana reprimía a manifestantes, en medio de saqueos y protestas...

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