WASHINGTON.- La primera cumbre oficial entre Donald Trump y el presidente chino, Xi Jinping, quedó opacada por el ataque estadounidense al régimen de Bashar al-Assad en Siria. Así y todo, ambos líderes rompieron el hielo en el resort Mar-a-Lago y ofrecieron señales de acercamiento en la relación bilateral.
Ninguno, sin embargo, fue más allá de expresiones generales, y ambos evitaron tocar, en público, al menos, los temas ríspidos del vínculo bilateral. "Creo que, en verdad, se ha progresado. Vamos a hacer un montón de progresos adicionales", dijo Trump, en una breve declaración a periodistas.
Trump dijo que había desarrollado una relación "excepcional" con Xi, y que la cumbre había servido para comenzar a resolver problemas, aunque no brindó precisiones.
"Esperamos estar juntos muchas veces en el futuro. Y creo que muchos problemas potencialmente muy malos desaparecerán", agregó.
Xi fue menos efusivo, pero también ofreció una lectura amistosa del encuentro, pese a los desafíos que reinan entre las dos potencias globales en el comercio, la relación con Corea del Norte y el respeto por los derechos humanos en China, entre otros asuntos.
"Esta reunión fue muy singular", dijo el mandatario chino. "Hemos logrado un profundo entendimiento, y hemos logrado confianza, una relación preliminar de trabajo y amistad", agregó.
La cumbre de Mar-a-Lago buscó marcar un puntapié en una relación bilateral cargada de puntos de tensión. Durante dos días, comitivas de ambos gobiernos compartieron una agenda de trabajo para afianzar los...