Un tribunal que marcó rumbos

El 21 de diciembre pasado, el Tribunal Penal Internacional para la ex-Yugoslavia dejó de funcionar, cerrando así una labor fecunda de casi un cuarto de siglo. Había sido creado por las Naciones Unidas para juzgar a los responsables de los crímenes cometidos durante la Guerra de los Balcanes, en los primeros años de la década del 90.

En 1993 tuvieron lugar crímenes de lesa humanidad y de genocidio en la ex-Yugoslavia, por lo que se estableció el Tribunal Penal Internacional para los países que habían conformado Yugoslavia. Se elaboró un estatuto para una corte penal internacional y en 1994 se sometió a la Asamblea General de las Naciones Unidas.

En su labor, el tribunal condenó a 90 responsables de genocidio, crímenes de guerra y otros delitos de lesa humanidad. La tarea requirió interrogar a 5000 testigos y dedicar a ella más de 10.000 días de trabajo en los distintos procesos e investigaciones. En sus 24 años de funcionamiento acusó a 161 personas y juzgó, entre otros, al presidente serbio Slobodan Milosevic, que murió en 2006 bajo custodia antes de conocer el veredicto.

El mencionado tribunal definió la arquitectura contemporánea de la justicia penal internacional. Para ello analizó los crímenes aberrantes cometidos en Srebrenica, Sarajevo, Bosnia-Herzegovina y Croacia.

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