Las tres premisas de Alberto Fernández para la transición

Alberto Fernández experimentó, aun antes de que terminara el escrutinio, lo que significa el paso de candidato favorito a presidente electo. Un auténtico salto cuántico. Por eso, debió establecer algunas premisas antes de que las urgencias ajenas le fijaran las prioridades o, en todo caso, para tratar de administrarlas.En los primeros cinco días de su nuevo estado cívico emergieron tres objetivos con los que se propone manejar la transición, ese tiempo en el que todo lo que haga tendrá muchas consecuencias, sabiendo que cuenta con una limitada caja de herramientas para operar. Un virtual doble comando entre un presidente saliente y otro entrante, donde el que llega tiene mucho más para perder.El carácter pragmático de Fernández quedó expuesto en estas tres premisas que ya dejó entrever.Bajar las expectativas de los ciudadanos comunes y de los grupos de poder: llegó la hora de adelgazar las promesas.Ganar tiempo para no pagar costos antes de tiempo ni arriesgar capital político: las definiciones se demorarán todo lo posible.Ampliar la base de sustentación política: ensanchar el margen de acción será vital para cuando asuma la presidencia y todo empiece a ser su responsabilidad. Verbigracia, la sigilosa reunión con Roberto Lavagna.En las últimas tres semanas de campaña, el candidato del Frente de Todos rectificó el perfil austero en promesas que había signado la primera etapa proselitista. Toda una sorpresa, dado su claro favoritismo que parecía permitirle no tener que recurrir a sobrepromesas de difícil cumplimiento.Había surtido efecto el cambio de estrategia electoral del macrismo, dispuesto a vender cara su derrota, llenando plazas del país, con medidas de impacto inmediato y algunas promesas más propias de un candidato desafiante que de un aspirante a la reelección.En el último domingo de octubre, el cierre del proceso electoral sin ballottage repuso el viejo orden. Ese que había empezado a establecerse desde que las chances macristas fueron minadas por la desastrosa situación económica y por la unidad del peronismo, propiciada por esos bolsillos exhaustos y por la mejor jugada electoral de la historia política de Cristina Kirchner. Con el resultado de las elecciones, el actual oficialismo debe hacerse cargo del presente que forjó, y la oposición, de preparar el terreno para cuando acceda al poder.Por eso, Fernández vuelve con una severa dosis de realismo. La herencia recibida no permite augurar muchas ilusiones en lo inmediato. No hay...

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