El tren pasa una vez más y la Argentina está quieta en el andén

Sergio Massa, ministro de Economía, junto a Cristalina Georgieva, titula del FMI: los pequeños pasos de la cartera de Hacienda son tomados casi como grandes epopeyas

WASHINGTON (Enviado Especial).- Dicen que la historia se repite. Y vaya si la Argentina puede dar fe de eso. Una vez más, el mundo que se configura a partir de la invasión de Rusia en Ucrania le entrega una enorme oportunidad a la maltrecha economía criolla; un tren más al desarrollo. El problema es que mientras todo se mueve con rapidez, el país está tieso y sin reacción.

El nuevo plano del mundo es tan fácil de comprender que solo una política metida en sus miserias, en sus chicanas, en sus gastos imposibles y en la atención para expoliar a una sociedad atestada de impuestos y harta del gasto público puede no abalanzarse a la ventana que se abrió tras la aventura bélica de Vladimir Putin.

En Washington, el centro político del planeta, nadie puede comprender la figura quieta de la Argentina mientras todos se reacomodan. Un juego de la silla universal con un jugador parado que ni atina a sentarse. Desde que Rusia invadió Ucrania, dos de los principales proveedores de materias primas del mundo salieron del mercado. Ya nadie tiene dudas que la góndola global necesita gas y alimentos. La Argentina es un principal exportador de granos del planeta y tiene la segunda reserva de gas. "Pero si no hace las cosas como para poder sacar y exportar el combustible es como no tenerla", dijo una fuente que mira de cerca la Argentina. Terminó esa sentencia y se preguntó: "¿Usted conoce algún país que pene al que exporta lo que el mundo necesita?". Se se refería, claro está, a las retenciones que se aplican a la venta de granos al exterior.

Pero claro, las explicaciones están en la política económica argentina. En los tableros de control más importantes de Estados Unidos para América Latina conocen perfectamente los números. Y lo que hay que reconocer es que al menos, ahora, los que presenta el ministro de Economía, Sergio Massa, al menos calman las ansiedades. Algo así como que deje de llover ante una ciudad inundada. Ninguna obra para aplacar el agua se hizo pero al menos paró el vendaval.

Las planillas de cálculo de los economistas americanos miran cómo los escalones inflacionarios se fueron de un 4% mensual a un 5%, para luego dar un salto a 6%. Pero eso no fue todo, se llegó al 7% y que ahora ande más o menos estable un punto por debajo no deja de ser una pequeña y modesta buena noticia. Se...

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