El tren fantasma que ahuyenta inversiones privadas

El tren fantasma que ahuyenta la inversión privada.

La Argentina necesita aumentar fuertemente la inversión privada -local y extranjera- para lograr un crecimiento sostenible y marcar un punto de inflexión en el proceso de decadencia productiva que lleva décadas. Pero la mayoría de la dirigencia política no sólo se empeña en ignorarlo, sino que actúa en sentido contrario y ahuyenta potenciales inversiones .

Con el correr de los años, ha desarrollado un culto a la imprevisibilidad macro y microeconómica. No pasa una semana sin que surjan barquinazos y sobresaltos que se asemejan al recorrido del "tren fantasma" de los antiguos parques de diversiones.

Lo único previsible es el resultado: las políticas pendulares; los cambios de reglas; la creciente presión tributaria; los congelamientos de precios y tarifas; subsidios generalizados o discrecionales; múltiples tipos de cambio; cepos a la importación; prohibición de transferir utilidades y un sinnúmero de etcéteras, frenan a empresas y empresarios que invertirían a largo plazo en condiciones normales. O, peor aún, expulsan virtualmente a las compañías internacionales o empresarios que pueden hacerlo en otros países de la región sin el prontuario argentino de crisis recurrentes.

En este contexto, la decisión del grupo italiano Enel de desprenderse de sus activos en la Argentina (y también en Perú), para concentrarse en el sector eléctrico de Brasil, Chile y Colombia, es producto de las situaciones de inseguridad jurídica, económica, cambiaria y financiera que vienen de arrastre desde hace décadas y sólo en los últimos tres años ya provocaron la salida del país de una veintena de compañías y/o su venta a empresas locales. Ahora un banco se ocupará de buscar compradores para su distribuidora Edesur, las centrales térmicas Dock Sud y Central Puerto y la hidroeléctrica El Chocón.

También es una muestra del péndulo de las políticas aplicadas en el sector energético, en este caso, con un servicio público. Cuando en 1992 el gobierno de Carlos Menem dispuso la privatización de Segba, la distribución de electricidad fue dividida en tres compañías: Edenor, Edesur y Edelap (La Plata), con una concesión por 95 años que además incluyó sus unidades de generación. Era una demanda de la sociedad, harta de cortes y apagones, así como del mal servicio de otras empresas estatales.

Si bien el monopolio de Segba se transformó en un duopolio en el AMBA (Edenor y Edesur) regulado por el ENRE, la eficiencia mejoró...

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