La tregua: memoria y balance

La del lunes 20 de abril fue una de las noches más felices en mucho tiempo vividas por el cine argentino. La sala 8 del complejo Village Recoleta fue el escenario de una maravillosa experiencia: todos los que estaban allí, sin perder jamás la conciencia del espacio y del momento exacto que tenían el privilegio de compartir, se sintieron mucho antes de que la sala se oscureciera pasajeros de la máquina del tiempo.

Que se entienda bien. Todo lo que ocurrió antes, durante y después de la histórica presentación de la versión restaurada de La tregua, una de las películas esenciales de toda la historia del cine argentino, jamás tuvo el carácter de un mero experimento de ciencia ficción. En verdad, este movimiento espacial y temporal entre el pasado y el presente, marcado sobre todo por las cuatro décadas que nos separan del estreno de la ópera prima cinematográfica de Sergio Renán, pertenece al tiempo del arte. Un tiempo que adquiere sentido en un ida y vuelta constante, en la persistencia de un viaje circular cuyas estaciones jamás adquieren el mismo aspecto cada vez que volvemos a visitarlas.

"No podemos saber hacia dónde vamos sin saber de dónde venimos. No podemos dejar que el cine se trivialice y se pierda su pasado", dijo Martin Scorsese hace un par de años en el Centro Kennedy de Washington. Allí, el director de Taxi Driver hizo una de los más encendidos alegatos de su larga lucha como infatigable defensor del patrimonio cinematográfico. The Film Foundation, la organización sin fines de lucro que Scorsese fundó y de la que es mentor, lleva restauradas 620 películas. Una tarea tan épica como minúscula frente a la triste certeza que el artista reconoció en esa misma disertación. "Más del 90 por ciento de las películas estadounidenses del cine mudo se perdieron. Llegamos tarde, pero aun así tenemos que preocuparnos y cuidar lo que nos queda", señaló.

Nadie mencionó con nombre y apellido a Scorsese en la inolvidable velada consagrada al reencuentro con La tregua. Pero el espíritu de sus dichos y sobre todo de su incansable compromiso con la memoria del cine estuvo presente allí todo el tiempo. Sobre todo cuando Juan José Campanella, presidente de la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de la Argentina, dijo al presentar la copia restaurada de este gran clásico de 1974 (un éxito de crítica y de público que llegó a las puertas del Oscar al obtener la primera nominación a mejor película extranjera para el cine argentino) que acciones...

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