De qué se trata la obra que emociona a los espectadores en Broadway

NUEVA YORK.- La vida de James M. Barrie, autor de Peter Pan, no fue tan estudiada como su obra, aunque Descubriendo el País de Nunca Jamás (Finding Neverland), la película que Marc Forster estrenó en 2004, reflejó en forma sensible y emotiva la experiencia del autor cuando concibió su obra. Basado en aquella película, en marzo del año pasado se estrenó en Broadway un musical que hace salir al público con una sonrisa enorme y el rostro empapado de lágrimas.

En septiembre pasado, luego de vencer al belga Steve Darcis, en el Abierto de los Estados Unidos, el tenista Roger Federer admitió en la cadena ESPN que había llorado como loco cuando fue con su familia a ver Finding Neverland. A partir de ahí, la obra que había tenido un arranque tibio colmó casi siempre las instalaciones del teatro Lunt-Fontanne y se convirtió en uno de los musicales más buscados por los turistas. Como en la película que protagonizaron Johnny Depp y Kate Winslet, cuenta la historia de este dramaturgo al que no le iba tan bien. Lo esquivaba el éxito y su relación matrimonial era una gran mentira, una ilusión ciega. Hasta que conoce a una viuda y a sus cuatro hijos, los Davies. Entabla con ellos una relación entrañable, especialmente con Peter, quien lo inspira a escribir una obra para niños, tan psicológica como mágica. Los pensamientos de James siempre están a metros del suelo, flotando por mundos repletos de aventuras que se imagina y arma en cuestión de segundos. En cambio, el raciocinio del pequeño Peter está siempre a ras del suelo, en una sensatez lógica, en la supervivencia ante una aparente soledad. Esos dos mundos que confrontan y se atraen quedan expuestos a flor de piel en un momento musical llamado "When Your Feet Don't Touch The Ground", en la que el mayor le hace ver al niño que la solución no está precisamente en la tierra y, a su vez, éste se lo refutará.

Así como aquella vieja Peter Pan -estrenada en 1904-, Finding Neverland es bellamente mágica e inspiradora. Con un disparador impactante como el vacío creativo en un momento de insatisfacción personal, pasando por la búsqueda de un motivo que le encuentre sentido a esa creación, Barrie entiende que todos necesitamos de todos y que por algo se cruzaron esos chicos en su vida. Les devuelve la capacidad lúdica, las ganas de crear y el sentido de unión, no sólo a ellos sino también a esa madre joven que tiene un corto futuro. Con sencillez, con una acción que no decrece y se nutre de una fantasía...

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