Tras los pasos del tango, el chamamé quiere ser Patrimonio de la Humanidad

PARÍS. - El chamamé no quiere ser menos que el tango y también busca en esta ciudad ser declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. El intento no es tan fácil porque es una música bastante menos conocida internacionalmente que la autóctona de las principales ciudades a uno y otro lado del Río de la Plata, Buenos Aires y Montevideo, y que ya lleva varias décadas de halagos. Su baile ha trascendido las fronteras y ha tenido, gracias a Carlos Gardel y Astor Piazzolla, sólo por citar dos de sus más grandes exponentes, proyección universal. Por eso ya es Patrimonio de la Humanidad desde 2009.

El chamamé, en cambio, todavía tiene mucho por intentar trascender las fronteras -incluso las internas-, pero viene dando pasos importantes. En tal sentido, también en 2009 fue declarado por ley patrimonio cultural de la Argentina, y el 19 de septiembre Día Nacional del Chamamé, por conmemorarse el día de la muerte de Mario de Tránsito Cocomarola, compositor, entre otros 400 temas, del "himno" correntino "Kilómetro 11", junto con Constante Aguer.

Para sumar argumentos llegaron a París el gobernador de Misiones, Hugo Passalacqua, y José Gabriel Romero, director del Instituto de Cultura de Corrientes. "Es una música mágica con una poética muy amorosa que va peinando el paisaje -opina Passalacqua- y en la que el mundo va a encontrar un pedazo de América latina no descripto en otras melodías." La aspiración a tan alta distinción mundial vino en dos pasos en la capital francesa -una soirée en la embajada argentina, el miércoles por la noche, y un almuerzo ayer en la Unesco-, aunque tal vez fueron más de dos pasos, si se toma en cuenta que en la delegación nacional ganaron la pista los reconocidos bailarines de tango Gisela Passi y Rodrigo Rufino, y hasta el cónsul y el vicecónsul se animaron a un par de cortes y quebradas. Sin embajador -el que estaba, Jorge Faurie, es el nuevo canciller argentino, que reemplaza a Susana Malcorra-, la delegación quedó en manos del encargado de Negocios, Darío Zelaya, amable anfitrión de la velada.

Música para el mundo

El chamamé no se dejó ganar la parada así nomás en una tarde de brisa cálida sobre el gran patio de la mansión de la rue Cimarosa, y para eso convocó a sus máximos exponentes: el gran acordeonista Raúl Barboza, radicado en París desde hace más de 25 años, y el guitarrista y compositor correntino Rudi Flores con su trío, que también musicalizaron el almuerzo en la Unesco.

En el encuentro social de la embajada...

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