Transporte aéreo: la competencia beneficia a todos

En los últimos 10 años, el precio promedio de los pasajes aéreos en América Latina y el Caribe se ha reducido un 43% como resultado, en gran medida, de la adopción de tecnologías que generan eficiencias en el uso de los recursos, aumentan la seguridad y optimizan procesos operativos, al tiempo que han surgido nuevos modelos de negocio y competencia que diversifican la oferta para atender una demanda creciente y variada.

Para 2019, más de 300 millones de personas surcaron los cielos de nuestra región, siendo el decimosexto año consecutivo de crecimiento en número de pasajeros, con cerca de 4% más pasajeros que el año anterior y el doble que 10 años atrás. La competencia que ha surgido naturalmente para atender el creciente deseo y necesidad de viajar en avión permitió que, solo en 2019, se inaugurasen 251 nuevas rutas en la región, conectando América Latina y el Caribe con todos los continentes y ampliando la malla aérea en nuestros países con vuelos de cabotaje a más destinos, incluso remotos.

Números impresionantes en la región con mayor potencial de crecimiento proyectado y excelentes noticias para la población que cada vez más puede acceder al medio de transporte más seguro y eficiente disponible en nuestros países. Sí, el más seguro; pues solo más seguro que viajar en avión es subir a un ascensor.

La democratización del acceso al transporte aéreo no solo es un beneficio directo para los usuarios de este servicio. Viendo el panorama más amplio, cada vez que un avión despega se activa una gran cadena de valor que genera beneficios para los países: más impuestos recaudados para los gobiernos, más demanda de servicios de turismo y commodities , más empleos, más desarrollo.

Cada empleo directo generado en aviación puede generar 14 empleos indirectos e inducidos. Se trata de un sector fundamental para el desarrollo socioeconómico de una nación. Es por ello que hablamos que el sistema aeronáutico es el resultado de una agenda de trabajo equilibrada entre sectores público y privado, donde el sector público cuida de la regulación técnica y asegura el contexto competitivo para el desarrollo de la industria, mientras que el sector privado desarrolla un servicio seguro, eficiente y con más opciones para la población.

El exceso de regulación de una industria que no admite ningún tipo de relajación en las condiciones de seguridad y operación solo genera retrocesos. En la historia, cada intento por controlar el mecanismo de precios máximos en un...

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