Transgresiones al reglamento y a la ley, justificadas por apuro

Amparado en su amplia mayoría y en el hecho de que durante un año electoral la atención está centrada en otros ámbitos, el kirchnerismo viene cometiendo una serie de transgresiones al reglamento del Senado sin que la oposición atine a denunciarlas, ya que, en muchos casos, también se ve favorecida por esos sistemáticos desarreglos procedimentales.

Para complicar aún más el panorama, a esos problemas se suma una serie de avances en materia legislativa que, amparados en fines o ideas loables, van de manera decidida en contra de lo que establece la Constitución o, por hablar de un caso puntual, amenazan con romper con el ya de por sí maltratado equilibrio en materia de condenas que tiene el Código Penal.

Otro de los cambios introducidos por el oficialismo en el funcionamiento del Senado ha sido el de concentrar todas las reuniones en los días martes y miércoles.

La medida se adoptó para comodidad de muchos de los senadores del interior, que querían volver a sus provincias en el primer vuelo del jueves. Este reclamo empezó en el bloque oficialista, pero nunca fue criticado por los bloques de la oposición.

La medida podría parecer inocua, pero su puesta en práctica ha dejado al Senado bajo el imperio de una desprolijidad que hace, por ejemplo, que el mismo puñado de senadores que integran las comisiones más importantes se lo pasen recorriendo los salones del palacio de la Cámara alta preguntando dónde se está produciendo la siguiente reunión a la que deben asistir.

Menos simpático es el hecho de que en medio de este baturrillo el control del quórum de las comisiones se ha relajado a niveles alarmantes. Lo llamativo de este caso es que los periodistas acreditados se han mostrado más celosos que la oposición a la hora de certificar las mayorías necesarias para comenzar una reunión y firmar dictamen.

Una consecuencia de lo anterior es que cada vez son más los casos de presidentes de comisiones que no respetan el mandato de que los dictámenes deben firmarse en el recinto donde funciona la comisión. Esta cláusula fue introducida en la reforma del Reglamento del Senado de 2002, impulsada por Cristina Kirchner. La intención de la senadora en aquel momento era obligar a la mayoría peronista del cuerpo a asistir a las reuniones de comisiones, ya que, como ahora, la oposición no tenía ninguna posibilidad de complicar numéricamente al oficialismo.

El uso de esta práctica ha llegado al extremo de lo ocurrido con la Comisión de Agricultura hace dos semanas...

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