La tragedia venezolana

Las recetas económicas de corte colectivista fracasan, una tras otra. En nuestra región, al desastroso nivel de vida propio de los cubanos, se suma ahora el colapso del nivel de vida en Venezuela. Nicolás Maduro, con la enorme irresponsabilidad que caracteriza a su desacertada gestión, ha puesto finalmente a su país al borde mismo de la quiebra, pese a sus inmensos recursos en materia de hidrocarburos, que han sido malgastados y comprometidos por un nivel de endeudamiento externo. A ello se suma el inesperado colapso de los precios internacionales del crudo y su dramático impacto sobre una Venezuela que no estaba en absoluto preparada para la difícil emergencia en la que ahora está inmersa. De allí su fuerte contracción, del orden del 7 por ciento de su PBI, según acaba de estimar el FMI y la incalificable inflación anual del 63%, la única en la región que supera a la argentina.

Por ello, Nicolás Maduro ha salido a buscar ayuda financiera urgente al exterior, en una gira en la que poco y nada ha obtenido. Fundamentalmente, fue a pedir auxilio a China, su aliada estratégica y a los países árabes del Golfo. Pero ha vuelto frustrado, con las manos vacías para enorme desgracia de un pueblo sometido a una emergencia crítica: la de tener que hacer colas de hasta ocho horas diarias para tratar de abastecerse y de encontrar bienes de primera necesidad, alimentos y los medicamentos más elementales e indispensables. Como el desabastecimiento es completo, todo en la vida cotidiana es desgraciadamente más engorroso cada día, a punto tal que, sin documento de identidad, los venezolanos no pueden ingresar en algunos supermercados.

El futuro inmediato de Venezuela es incierto, frágil y triste. A esto se deben las constantes protestas sociales cotidianas. Hay una enorme y reciente desazón colectiva. Maduro cree que la solución del drama venezolano pasa por salir del "cepo cambiario". No es así. Es hora de cambiar de sistema, como acaba de pedir, sin rodeos, la siempre valiente...