La tragedia de la integración sudamericana

La tragedia de la integración sudamericana es la misma tragedia de la Argentina y tiene dos aspectos: la oposición no sabe qué hacer con ella; el peronismo, sí. De manera que el Parlamento del Mercosur, supuesto núcleo institucional de esa integración, se ha convertido en objeto de disputa entre quienes quieren transformarlo en un refugio para gente fuera de la ley y quienes no saben qué hacer con él. Como el país, vaya coincidencia.

En todo esto, hay que darle la razón a Perón, que nunca supo cómo construir una república, pero en lo de eternizarse era un campeón: "Sólo la organización vence al tiempo", sostuvo en 1973, en ocasión de la institucionalización del movimiento justicialista, que 40 años más tarde sigue controlando el país. Trasladando el apotegma peronista al problema de la unidad regional se obtiene la verdad que rige todo proceso de integración: "Sin instituciones regionales, no hay integración regional".

No por casualidad, sino por simple derivación del principio integrador a su versión mercosureña ("sin Parlamento del Mercosur no hay Mercosur"), el bloque creado en 1991 ha fallado en todos sus objetivos: "Eliminación de los derechos aduaneros internos, libre circulación de bienes, establecimiento de un arancel externo y una política comercial comunes y coordinación de las políticas macroeconómicas", según el Tratado de Asunción. Desde la violación de su cláusula democrática en ocasión del minué "Expulsión del Paraguay-Admisión de Venezuela-Readmisión de Paraguay", hasta la disminución de los intercambios comerciales, hoy por debajo de las cifras de los 90, el Mercosur es un fracaso mal escondido detrás de palabras altisonantes, estatuas kitsch y abrazos presidenciales acompañados del olvido del compromiso firmado hace dos décadas: un Parlamento con representantes directamente elegidos por los ciudadanos, en funciones desde 2011. Quienes hoy hablan de "adelantamiento de los plazos" sólo demuestran ignorancia o mala fe.

Una oposición favorable a una integración regional basada en instituciones y no en caprichos hubiera hecho de esta discrepancia entre el discurso populista de la Patria Grande y el incumplimiento de los compromisos asumidos una bandera de crítica al Gobierno. Pero no. El tema de la elección directa al Parlasur jamás formó parte de la agenda de una oposición, que hoy parece creer que el populismo se frena discutiendo listas. En cambio, para enfrentar con éxito la maniobra populista se necesita una agenda de...

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