Trabajo infantil, una lacra difícil de erradicar

La Convención de los Derechos del Niño, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1989, consagró la protección de los chicos, destacando su derecho a vivir y desarrollarse adecuadamente. Interrumpir la infancia privándola de los más inalienables derechos es cercenar el futuro de cualquier nación.

En julio pasado, Evo Morales –quien trabajó desde pequeño en distintas tareas? respaldó la sanción de una nueva ley que convirtió a Bolivia en el único país que permite legalmente que niños de 10 años trabajen, siempre y cuando continúen asistiendo a la escuela. México, en cambio, en julio elevó la edad mínima de 14 a 15 años.

En nuestro país, el cuerpo normativo incluye la ratificación del Convenio de Organización Mundial del Trabajo (OIT), que en 2010 elevó la edad mínima para trabajar de 14 a 16 años. Creada en 1997, desde 2000 la Comisión Nacional para la Erradicación del Trabajo Infantil (Conaeti), dependiente del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social de la Nación, tiene por misión liderar los planes tendientes a la prevención y erradicación del trabajo infantil.

En la región, con la presencia de 25 países de América latina y el Caribe, 400 delegados de gobiernos, empleadores y trabajadores del continente, la 18a. reunión regional de la OIT, que tuvo lugar recientemente en Lima, fue escenario del lanzamiento de una iniciativa contra el trabajo infantil que propone alcanzar su erradicación total para el año 2020.

Una década atrás se estimaba que había 250 millones de chicos y chicas que trabajan en condiciones de riesgo físico y moral. En la actualidad, son 168 millones los niños sometidos a regímenes de servidumbre y hasta esclavitud laboral. La situación de la Argentina, Brasil y Paraguay es sólo en parte mejor que la que vive el resto de América latina.

La vulnerabilidad de los más jóvenes, expuestos a realizar tareas al servicio de terceros, transmuta luego en problemas de adaptación a otros trabajos cuando más grandes. En muchos casos, y sin caer en generalizaciones, estos castigados protagonistas juveniles están atrapados en un círculo de pobreza que ya condenó a sus padres a la exclusión por no haber podido capacitarse.

Nótese que según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) hablamos de más de un 40 por ciento de niñas, niños y adolescentes en situación de pobreza en la región, totalizando 70 millones, de los cuales 28 millones se encuentran en pobreza extrema, lo que equivale a uno de...

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