Suspensión de trabajadores, otra señal de la crisis automotriz

La caída de la industria estrella del kirchnerismo en los últimos años no podía ser más previsible. Salvo, al parecer, para el Gobierno. En el final de 2013, con un récord de ventas, el escenario comenzó a mostrar que entraba en una tormenta perfecta: inflación, a la que luego se sumó el impuesto a los autos de alta gama; la exigencia de reducir 20% las importaciones en la comparación entre los primeros trimestres de 2014 y 2013; luego la devaluación y -finalmente- la suba de tasas, que encareció las posibilidades de financiación. A ello se agregó la actualización de las especificaciones que obligan ahora a vender todas las unidades, incluso las más baratas, con frenos antibloqueo (ABS) y bolsas de aire (air bags) dobles en los asientos delanteros. Un costo más, con elementos importados y encarecidos por la devaluación.La combinación produjo el derrumbe de los patentamientos en marzo, con 35% de caída en todo el sector automotor, pero en los meses posteriores puede ser peor. Marzo no fue el mejor mes de ventas de 2013, con lo cual, en los períodos por venir, las cifras de caída serán previsiblemente mayores.Algo parecido pasó con la exigencia de importar menos. Muchas terminales no importaron mucho en el primer trimestre de 2013, sino a partir de la segunda mitad del año. La baja les pegó muy fuerte. El gran problema es que la mayoría de las unidades que se venden en la Argentina, en especial las menos costosas, son importadas, fundamentalmente de Brasil.La crisis era una cuestión de tiempo y las terminales reunidas en la Asociación de Fabricantes lo explicaron y discutieron con el Gobierno, sin lograr soluciones. Habrá que ver si ahora, con suspensiones como las anunciadas por Renault e Iveco y perspectivas de despidos a la vista hay alguna decisión.Hasta ahora las terminales resisten. "No es fácil reemplazar personal, se trata de no despedir porque hay gente muy capacitada, que costó formar y que no es sencillo volver a conseguir cuando el ciclo bajista pase", señalan. Pero las suspensiones comienzan a ser inevitables.La caída del sector arrastró la actividad industrial en marzo. Y la reducción drástica del 40% en las importaciones poco pudo hacer para sostener el superávit comercial global, que casi desapareció. Se importaron menos automotores, pero se compró más en combustibles y energía, y se exportaron menos productos agropecuarios.Las terminales decían tener a fines de marzo US$ 2000 millones de importaciones realizadas, pero no podían pagar porque...

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