Los trabajadores competimos entre nosotros, se ha roto el equilibrio
Autor | Zygmunt Bauman |
Cargo | Profesor de Sociología |
Hay pensadores a los que la edad les acaba cerrando el campo de visión y otros a
quienes el paso del tiempo logra abrirles cada vez más el angular. El sociólogo
Zygmunt Bauman pertenece a esta última categoría de sabios capaces de describir
bosques donde otros apenas palpan árboles e interpretar significados donde la
mayoría solo percibe señales. En 88 años, sus ojos han visto desfilar el
fascismo, la guerra, la proclamación de la sociedad del bienestar y la discreta
instauración de un sistema económico que en las últimas tres décadas ha ido
agrandando la brecha que separa a una minoría acaudalada, cada vez más rica, del
grueso de la población, cada día más precario.
En la era de la sociedad líquida -término que él mismo acuñó-, la actual crisis parece haber llegado para
atornillar ese modelo, contra el que el investigador lanza desde la portada de su último libro, editado por Paidós, una pregunta retórica:¿La riqueza de unos pocos nos beneficia a todos?
-En 1960, el salario medio de un alto ejecutivo de Estados Unidos era 12 veces
mayor que el sueldo medio de un operario. En el 2000, esa desproporción ascendía
a 530 veces. ¿Este mundo quién lo ha diseñado, Rockefeller?
-Lo hemos diseñado las personas. El primer gran error que se suele cometer al
analizar los fenómenos sociales consiste en creer que las cosas suceden porque
sí, como si fueran fenómenos naturales. Falso. Somos los hombres y mujeres los
que decidimos cómo vivimos, nada de lo que nos pasa nos viene dado de arriba,
todo depende de nosotros. Las necesidades de hoy son el sedimento de las
decisiones que se tomaron en el pasado.
-¿Cuándo decidimos vivir en un mundo en el que los ricos iban a ser cada día más
ricos y los pobres, más pobres?
-Hay un momento clave: la década de los 70. La regulación de los mercados
laborales que hubo en esos años cambió el panorama. Los sindicatos empezaron a
perder fuerza, los trabajadores nos convertimos en competidores de los otros
trabajadores y se rompió el equilibrio que había entre patrones y empleados.
-¿Qué equilibrio?
-Antiguamente, se temían pero se necesitaban. En los años 20, Henry Ford dobló
el sueldo a sus operarios para que compraran los coches que fabricaban y, sobre
todo, para tenerlos contentos y que no se fueran a la General Motors. Hoy los
patrones están liberados de ese compromiso. Si el trabajador no acepta sus
reglas, cierra la fábrica y se la lleva a China. Ante esto, la gente aguanta
situaciones de...
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