Una topografía de la memoria

Mapas, postales, enciclopedias geográficas, algún globo terráqueo. Inspirado por ellos, uno de mis hobbies de infancia fue inventar países, diseñar sus cartografías, ponerles nombre, hacer planos y dibujar las vistas de sus ciudades principales. El Street View de Google, el dispositivo que desde hace unos días permite pasearse en línea por las calles de Buenos Aires y de más de un centenar de localidades argentinas, confirma quizá que una de las claves del siglo XXI es su infantilización. La palabra no debería ser sinónimo automático de puerilidad. Por el contrario: uno de los rasgos distintivos de la infancia, además de la creatividad, es la limpidez de la mirada.El diorama virtual que propone la camionetita fotográfica de Google parece abrevar en ese espíritu lúdico, aunque con sofisticación: el clon visual de Buenos Aires, para atenernos a la ciudad en que escribimos, parece una de esas versiones hiperrealistas que tan bien bosquejó el pop de Andy Warhol y sus adláteres.Como los lugares icónicos de una megalópolis tienen algo redundante, fui sin escalas a la dirección de mi domicilio. Resultó ser el más pavloviano de los reflejos. La misma decisión, supe después, había tomado la mayoría de los visitantes. Supongo que buscaba corroborar que ese punto intrascendente del orbe, que uno está obligado a ver y atravesar todos los sacrosantos días, no había sido omitido y era accesible a cualquiera, de Tasmania a Laponia. La encontré de inmediato, aunque no resistí mucho: la fachada de mi casa califica entre las menos agraciadas, estéticamente hablando, de toda la ciudad.Pasé a los movimientos de la calle. Es un día hábil de julio, soleado (una constante en el Street View), probablemente cerca del mediodía. Ahí está el empleado de la imprenta vecina con su nervioso y continuo compañero, el cigarrillo; los motoqueros de mensajería que recalan en la esquina saludan el paso de la cámara. Y, sin embargo, algunos detalles imperceptibles indican que la calle real ya empieza a apartarse de su reflejo. Con la misma velocidad con que las carteleras de fierro renovaron cierto aviso de cigarrillos rubios tras la muerte de Beatriz Viterbo, una de las propiedades fronterizas ya sumó en la vida física y concreta un cartel de "en venta". El incesante y vasto universo, para no abandonar la paráfrasis, empieza a apartarse de la imagen que lo reproduce.Los paseos por la...

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