Tomas de colegios: como en la perinola, todos pierden

Cada año asistimos a un evento mediático llamado "tomas de colegios". Durante unos pocos días, en un grupo reducido de colegios secundarios -casi siempre los mismos-, que no superan el 10% de la totalidad de los establecimientos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y no alcanzan al 1% a nivel nacional, se altera de forma intempestiva la institucionalidad de la escuela, interrumpiéndose el dictado de clases. Las mismas clases de las que fueron privados nuestros niños y jóvenes de forma irresponsable durante muchos, muchísimos meses a lo largo de la pandemia, y que le ha costado a nuestra sociedad que miles de jóvenes hayan dejado definitivamente el sistema educativo y que el resto de ellos carguen con una mochila de conocimientos y habilidades bastante más liviana cuando logren finalizar sus estudios.

Cabría preguntarse dónde estuvieron las voces en ese entonces demandando la defensa de los derechos de todos estos niños y adolescentes. No parece que ninguno de los reclamos que escuchamos esgrimir a los dirigentes estudiantiles estén a la altura de semejante medida: el cierre de su escuela. En todo caso, no los hemos escuchado o visto peticionar ante las autoridades -su legítimo derecho- usando otras estrategias, que podrían haber incluido el uso de las redes sociales tan afines a su generación. Pero lo grave es que en este contexto se rompen todas las relaciones de cohesión de la escuela, de modo que directivos, docentes, estudiantes y familias dejan de ocupar el lugar que la sociedad ha decidido otorgarles y luego debe volver a restituirse la convivencia escolar, no sin perjuicio para todas las partes y que no en pocos casos sufren las consecuencias de la instalación de una intolerancia que nada tiene que ver con un clima propicio para el aprendizaje.

¿Cómo se llega a esta situación? Los estudiantes afirman que "democráticamente" y en asambleas votan la toma. Lo primero cuestionable es por qué ellos creen que siendo solo una parte de la comunidad educativa pueden avasallar los derechos del resto de sus miembros . En principio, docentes, autoridades y familias no tienen ni voz ni voto. Tampoco tendría sentido que así ocurriera, porque lo que estos jóvenes proponen votar es una acción ilegal como la toma por la fuerza de un edificio público, que está sancionada en el artículo 60° del Código Contravencional de la CABA aprobado por la Legislatura en 2018. Sin embargo, una parte de los estudiantes desconocen que la educación de todos ellos es...

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