Todo tiempo pasado no fue mejor

"Muy estimado señor: su carta me llegó hace unos días. [...] Pregunta usted si sus versos son buenos. Me lo pregunta a mí. Antes se lo ha preguntado a otros. Los envía a revistas. Los compara con otras poesías, y se inquieta cuando ciertas redacciones rechazan sus ensayos. Ahora (ya que usted me ha permitido aconsejarle), ruégole que abandone todo eso. Usted mira a lo exterior, y esto es, precisamente, lo que no debe hacer ahora."

Con estas frases comenzaba hace más de un siglo la correspondencia entre Rainer Maria Rilke, de apenas 28 años, y Franz Xavier Kappus, un escritor en ciernes de poco menos de 20, que se convirtió en la "biblia" de los aspirantes a artistas de los años 60: Cartas a un joven poeta (Siglo XX, 1957). Son nada más que diez mensajes en los que Rilke, más que detallar normas de técnica literaria, le ofrece a Kappus una brújula interior para que navegue las tormentosas aguas de la creación literaria.

En 2008, Michel Houellebecq y Bernard-Henry Lévy ensayaron un ejercicio comparable que se publicó con el título de Enemigos públicos (Anagrama, 2010). "Querido Bernard-Henry Lévy: todo, como se suele decir, nos separa, excepto un punto fundamental: tanto usted como yo somos individuos bastante despreciables. Especialista de números descabellados y payasadas mediáticas, usted deshonra hasta las camisas blancas que lleva. Íntimo de poderosos, bañado desde la infancia en una riqueza obscena, es emblemático de lo que algunas revistas un poco de baja estofa como Marianne siguen llamando la «izquierda-caviar»", comienza con su habitual acidez la primera misiva de Houellebecq.

"Bravo. Lo ha dicho todo. Su mediocridad. Mi nulidad. Esa nada sonora que sustituye a nuestro pensamiento. Nuestro gusto por la comedia, cuando no la impostura. Treinta años hace que me pregunto cómo un tipo como yo ha podido, y puede, ilusionar", le contesta Henry Lévy.

Más allá de ser dos gemas literarias, lo singular de estos textos es que permiten advertir cómo cambió el mundo en apenas unas décadas. Kappus debía esperar varios meses para recibir cada una de las diez cartas que Rilke le envió durante cinco años, entre 1903 y 1908; Houellebecq y Henry Lévy intercambiaron 28 mensajes de mail en cinco meses, entre el 26 de enero y el 26 de junio de 2008.

Con frecuencia, cambios como éstos revelan el vértigo de las transformaciones que dan forma a nuestro mundo. "Antes, esto...

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