Todas las pruebas de los cuadernos que corroboró Bonadio

El 1° de agosto del año pasado, una nota de LA NACION rompió la agenda del día. Una serie de allanamientos y detenciones delinearon los primeros trazos públicos de una investigación que, en secreto, ya recorría los pasillos judiciales desde abril.Se leía en aquella nota: "[Oscar Centeno] El chofer del auto, silencioso testigo de lo que sucedía en su Toyota Corolla en el que trasladaba a Roberto Baratta durante al menos diez años, se encargó de tomar nota de todo lo que podía escuchar y ver, con la precisión de un orfebre. Con cada detalle intentó barnizar de veracidad su relato. No dejó escapar ni siquiera un número que veía al pasar, tomó las direcciones, los nombres, los montos y describió las características físicas de quienes no conocía. Incluso registró hasta el peso de los bolsos o las valijas con plata".. Y desde entonces una enorme sedimentación de evidencias dieron por probadas aquellas anotaciones. Claro que, en la Argentina de los amores y los odios, de la división casi religiosa entre unos y otros, existe una enorme porción de gente que prefiere no toparse con los hechos como para no discutir su creencia.Pero vale la pena atenerse a los hechos que, al menos hasta esta instancia, la Justicia cree haber probado.Lo primero que sucedió fue una investigación secreta. Aquellos cuadernos se convirtieron en una base de datos que fue sometida a meses de chequeo periodístico. Nombres, domicilios, dominios de autos y detalles de sus dueños, nombre de sociedades fueron compilados primero, y chequeados después.Inmediatamente, se verificaron recorridos, registros públicos y, además, un chequeo con decenas de fuentes que participaron de la maniobra. Finalmente, se armó un esquema de involucrados, relaciones entre ellos, mapas de sectores de interés y regulación y empresas sobre las que tenía contratos o intereses públicos con el Estado y, particularmente, con su área de función.Ese material fue entregado a la Justicia que, en secreto, investigó meses cada una de las celdas de aquella base de datos periodística. El 1° de agosto del año pasado se conoció públicamente la causa. En rigor, el día anterior había sido detenido un desconocido remisero: Oscar Centeno.El desafío desde el inicio, tanto periodístico como judicial, había sido verificar la veracidad de aquel detalle pornográfico de la corrupción argentina. Unas horas después de ser detenido, Centeno declaró como arrepentido. Aquel esquema contado con enorme precisión en ocho cuadernos quedó...

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