Todas las monedas están en el aire

Mauricio Macri organizaba una semifinal opositora para el 14 de agosto cuando se le desvencijó el peronismo disidente. Duhalde y Rodríguez Saá terminaron en una gresca de estudiantes. Aquélla era la razón que se escondía detrás de la convocatoria de Macri a un masivo consenso programático del antikirchnerismo. La oposición está muy rezagada en la opinión social, reconocen los propios opositores, no porque sus líderes carezcan de simpatía, que es una cuestión subjetiva, sino porque nadie los ve preparando un eventual gobierno.Cristina Kirchner tiene graves problemas sin resolver (o mal resueltos), pero todos le reconocen que controla los resortes del poder. Las sociedades necesitan tales certezas. La estrategia de Macri consistía en cambiar ese inconducente trazo de la oposición y sustituirlo con imágenes más amables de cohabitación. Los peronistas le arruinaron la fiesta; los radicales ni siquiera sabían si irían a ella.La oposición tiene muchos problemas que son de su culpa y cargo, pero se le acaba de agregar uno que carece de solución propia: no sabe contra quién peleará en octubre. ¿Será Cristina al final de cuentas? ¿O será Daniel Scioli, si la Presidenta decidiera dar un paso al costado y esperar cuatro años para volver? La moneda está en el aire. Encuestas confiables, que el oficialismo guarda con la mayor reserva, indican que cualquiera de los dos podría ganar en la primera vuelta de octubre.La definición de la candidatura oficialista será clave para acomodar a la oposición. Scioli podría significar el final de la actual carrera presidencial de Macri, porque éste supone que comparten con él parte del mismo electorado. Le quitaría también el poco sentido que le va quedando al peronismo disidente, que nació disidente de Néstor Kirchner más que de la Presidenta. ¿Qué argumentos le quedarían a ese peronismo si ya no hubiera ningún Kirchner en la competencia electoral y cuando no pudo resolver aún ni lo básico ni lo esencial?El peronismo disidente, como el radicalismo, está ahora seriamente dividido. Eduardo Duhalde supone que el kirchnerismo se estaba metiendo en su módica interna con Rodríguez Saá, y que la mayor sorpresa se la estaba preparando en la provincia de Buenos Aires, de la mano de Luis D'Elía y de Emilio Pérsico. Hubiera sido una herida mortal y precisa: ¿cómo explicaría Duhalde una derrota en el territorio que gobernó o lideró durante casi dos décadas? ¿Cómo explicaría el triunfo de un Rodríguez Saá en la monumental provincia? No puede...

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