Los tibios

Las adhesiones políticas tienen un precio y hay que tener la dignidad de pagarlo. El llamado "voto vergonzante", tan manoseado estos días del lado oficialista y del lado opositor, es una forma de la indignidad y su máscara es el silencio. Claro que con el resultado puesto las cosas cambian. El que antes era tibio se volvió frío o caliente. El que parecía hasta el domingo prescindente o imparcial empieza a poner tímidos likes a posteos partidarios. Se largó la vertiginosa y deprimente temporada de la conversión política.El carro triunfal resulta irresistible, y no solamente por conveniencias políticas, sino también, a veces, por simple necesidad de pertenencia social: pensar igual que la tribu a la que se quiere...

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