Si Tevez hizo eso, ¿qué nos queda?

De la brutalidad del fútbol argentino estamos todos avisados. Pocos excesos sorprenden. Pero todavía queda un espacio para el asombro cuando esa violencia proviene del menos pensado. ¿Cómo puede ser que Carlos Tevez cayera en ese fútbol golpeador, con riesgo para el físico del colega, justo lo que había denunciado hace unas semanas? ¿Qué nos queda si a Tevez, puro talento, ejecutante de múltiples fantasías ajenas con una pelota, se le cruzan los cables de esa manera? El largo desconsuelo es por Ham y la decepción duradera es por Tevez.

Liberemos a Tevez de la peor sospecha: hay que creerle cuando dice que no tuvo intención de fracturar al volante de Argentinos. Lo avalan sus antecedentes, un prontuario que se reduce a tres expulsiones en su carrera, ninguna con la connotación virulenta de la del sábado. Una de ellas hasta puede ser catalogada de risueña, cuando hace más de una década festejó en el Monumental haciendo la "gallinita".

Pero Tevez, que aprendió a jugar a la pelota en Fuerte Apache saltando patadas a la altura de la cintura, no puede desconocer el riesgo que implica levantar la pierna como lo hizo. Desde ese punto de vista cuesta concederle tantas disculpas.

El estupor es grande no sólo por su condición de figura, sino porque Tevez, en su vuelta al fútbol argentino, representaba todo lo contrario al planchazo que dio. Pasado el mediodía de ayer, un mail obligaba a enarcar las cejas cuando se leía el asunto. Decía: Tevez, junto con Ginóbili y Mascherano, fue elegido por una encuesta como uno de los deportistas que mejor representa los valores de "trabajo en equipo, espíritu de sacrificio, la humildad y la sana competencia". La consulta...

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