Terrorismo: el mundo sigue en vilo

El terrorismo no da tregua. Tras los atentados en París, Bruselas, Orlando, el aeropuerto Atatürk, Dacca, Niza y Berlín, entre otros, ha hecho de nuevo su aparición en Estambul durante las celebraciones de Año Nuevo, donde resultaron muertas 39 personas, y en Bagdad, donde un atacante se hizo volar por los aires dentro de su vehículo en una zona comercial y causó la muerte de 35 personas y 62 heridos.

Estamos ante una ideología que genera este tipo de acciones contra las poblaciones civiles en forma sistemática y propagandística, que alientan organizaciones como Estado Islámico (EI), que se ha jactado de cometer 1112 atentados suicidas sólo en Siria e Irak durante 2016. Otros grupos terroristas son Al-Qaeda, Hamas, la Jihad Islámica y Boko Haram. Ejecutan atentados que no requieren grandes planificaciones, con mucha resonancia mediática, y que tienen como blanco a civiles de manera indiscriminada. Estamos, en definitiva, ante personas que creen que todo vale para acabar con los supuestos infieles o herejes.

Si no son EI y sus terroristas, son personas con problemas emocionales que deciden, antes de terminar con sus vidas, acabar con las de otros inocentes. La ventaja perversa del terrorismo suicida, como el que practica EI, es que resulta casi imposible prever sus ataques. Por muchos operativos que se pongan en marcha, no hay manera de saber dónde será la próxima explosión que asesine a decenas o cientos de personas.

El terrorismo practicado por grupos políticos o fracciones religiosas fundamentalistas se está constituyendo actualmente en una de las más grandes amenazas contra la humanidad, toda vez que buscan publicitar sus...

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