En terreno desconocido, España no sabe si a partir de hoy será la misma

MADRID.- Para ser un día que podría ser histórico, falta transparencia y sobra nocturnidad.

Es tal la anomalía por estas horas en España que hoy amanece con 17 comunidades autónomas y no sabe si, cuando llegue la noche, el país se habrá partido y su gente se irá dormir con 16. Con un pedazo menos en el mapa.

No sabe si, para cuando esa hora llegue, habrá tachado con una cruz un pedazo de su historia y de su identidad. Un fragmento que es mucho más que un dibujo en la pared.

Cataluña representa el 18,9% de la economía española, en iguales condiciones que Madrid. Viven allí siete millones de personas y, más que un número, son historias reales. Personas que no saben dónde amanecerán mañana: si en España o fuera de ella.

La respuesta está solamente en la cabeza de un hombre: Carles Puigdemont, 54 años, ex alcalde de Girona y presidente del gobierno catalán desde hace poco más de un año y medio. Puesto al que llegó por un acuerdo de partidos, luego de que su predecesor Artur Mas se vio forzado a renunciar corrido por la justicia.

Anoche, el intento mayor era saber qué decían las páginas que ese hombre anotaba en la soledad de su despacho, en el palacio de la Generalitat, en el encanto de la Ciudad Vieja de Barcelona.

La anomalía lleva al desasosiego. Anoche, los españoles hacían cábalas. Como quien deshoja una margarita, anotaban: independencia, independencia por capítulos, independencia en suspenso, independencia descafeinada. Sólo Puigdemont sabía.

Hablaban del "modelo de Eslovenia" sin que les contaran la otra parte: el capítulo de la sangre y la penuria.

La duodécima economía del mundo no sabe si se deshoja. Ayer, el éxodo de capitales de Cataluña llegaba al extremo del Colacao, que es como en la Argentina decir que se va Nesquick, por hablar del sabor de la infancia.

Todos los días alguien más anuncia que se va. Que ya no confía. Que tiene miedo.

Parece un siglo, pero España viene de vivir diez días de vértigo. Ha pasado de todo: una consulta de escasa fiabilidad, violencia policial y una huelga que paralizó la región. Empresas, personas y capitales emprendieron una fuga en masa. Compañías señeras fueron de las primeras: los bancos Sabadell y Caixabank. Les siguieron constructoras...

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