Para terminar con la estafa a los jubilados

La estafa a los Jubilados

El tratamiento a los jubilados en nuestro país es una vergüenza. No se necesita ser un experto en matemática financiera ni ser un actuario para percatarse de la estafa monumental de que han sido objeto los jubilados de un largo tiempo a esta parte, comenzando con el peronismo, que arruinó patrimonios de inmigrantes y sus descendientes, en tiempos en que tenían vigencia los valores alberdianos en quienes pudieron ahorrar y comprar terrenitos y departamentos para alquilar y así prever su futuro. Todo esto fue liquidado por las nefastas leyes de alquileres y desalojos, para consolidar el robo con cajas estatales financiadas con aportes obligatorios bajo el sistema de reparto, que está quebrado desde el momento inicial. Esto a diferencia del sistema de capitalización, que permite que cada uno lleve su cuenta en la administración del fruto de su trabajo a interés compuesto.

No son nunca suficientes los calificativos que pueden usarse para describir el permanente saqueo a los jubilados . Son personas que han trabajado décadas y décadas para recibir miserables mendrugos que no guardan relación alguna con lo que les han descontado mes a mes de sus salarios. Un insulto a la inteligencia y, sobre todo, un asalto a la decencia más elemental.

En un momento dado, en medio de corrupciones varias en distintas reparticiones y también en la presidencia pero ajenas al Ministerio de Economía, se ofreció desde ese lugar la opción a los jubilados presentes y futuros de ingresar en un sistema de capitalización, lo cual aceptó la inmensa mayoría de la población. Este sistema encaminado en la buena dirección fue nuevamente objeto de un atraco escandaloso para volver al sistema estatista empobrecedor, para que los megalómanos pudieran echar mano a la propiedad ajena, y otra vez los jubilados se encontraron a merced de burócratas inescrupulosos, al efecto de fortalecer entidades estatales y manotear los ingresos de gente indefensa.

Es importante destacar la errada premisa de sostener que si el aparato estatal no se ocupa de que la gente aporte coactivamente nadie preverá para su vejez. Este disparate conceptual no solo se da de bruces con el antedicho comportamiento de los inmigrantes en nuestro medio, sino que los mismos que suscriben este pensamiento no siguen el razonamiento hasta sus últimas consecuencias: con ese criterio de la irresponsabilidad generalizada, cuando se cobre la pensión habrá que destinar un policía para evitar que el...

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