La temporada en que todos decidieron irse como sea

Si alguien preguntara, dentro de 10 años, cómo fue el verano 2012, las mejores palabras para definirlo serían: "con mucho movimiento y unos días increíbles". En Mar del Plata, de 31 días, 29 fueron de playa.Enero ya se fue. Pero las arenas de las playas siguen calientes, colmadas de sombrillas, con turistas que van y vienen como si eso que los operadores turísticos llaman "temporada" estuviese apenas comenzando. Contra todo cálculo frío de gastos, los argentinos decidieron que este año las vacaciones eran impostergables. No hubo excusas: ni el valor de los alquileres, ni la inflación, ni las trabas cambiaras, ni la crisis internacional... Había que irse como sea.Mar del Plata, Pinamar y Cariló estuvieron casi al tope de su capacidad; Punta del Este y la costa de Rocha, en Uruguay el año pasado y el polvo de los caminos de las Sierras de Córdoba fueron un indicador más del intenso tránsito de turistas. Hasta San Carlos de Bariloche y Villa La Angostura, dos lugares muy golpeados por las cenizas volcánicas, tuvieron hasta ahora un verano que no fue todo lo malo que pensaban. El buen tiempo en general, con altas temperaturas y pocas lluvias, fue una de las claves que alentaron a los turistas.En Mar del Plata hubo 1,3 millones de personas en enero y en Córdoba el nivel de ocupación de las plazas hoteleras no bajó del 70 por ciento durante todo el mes. En Pinamar, según el propietario de la inmobiliaria Santamarina, Jorge Santamarina, la primera quincena de enero tuvo un 100% de ocupación. En la segunda quincena, generalmente más fuerte, se alcanzó el 90 por ciento, un 10% por debajo del año pasado. "El cambio más notorio fue que este año se trabajó más la primera quincena que la segunda", dijo el operador inmobiliario.Salvo por el incidente en el que un grupo de rugbiers golpeó salvajemente a Ezequiel Biagioli, de 15 años, el verano pinamarense y de la costa argentina, en general, transcurre sin grandes contratiempos. Uno de los datos fue la mayor seguridad y el control de los boliches. Otra característica a simple vista fue que los autos de alta gama desplazaron a las 4x4 del centro pinamarense; los cuatriciclos y las motos de agua, por el contrario, podrían definirse como "el vehículo" del argentino próspero siglo XXI: son plaga. "Escuché por ahí que la 4x4, el cuatri y el Gazebo eran algo así como el combo exhibicionista, pero para mí fue una solución porque me ahorré mucha plata sin tener que ir a comer a un parador en la playa, donde te mataban", expresó...

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