La televisión, el mayor megáfono político de los últimos 60 años

La televisión argentina cumplió 60 años. La primera imagen que llegó a los contados receptores que había en el país fue la de Eva Perón el 17 de octubre de 1951, tomada desde el balcón del Banco de la Nación y recortada sobre el fondo de una Plaza de Mayo enfervorizada como la reunida para festejar el triunfo de Cristina Kirchner anteayer.El despegue político de la televisión en el país marcó a fuego su futuro, ahora considerada el "medio dominante" de las campañas. Después de asentarse en la radio a partir de 1928, cuando los jingles, las coplas y los tangos partidarios ayudaron a construir la victoria de Hipólito Yrigoyen, las campañas comenzaron a tomarle el gusto al nuevo medio electrónico, primero torpemente y luego de manera profesional, con la de Raúl Alfonsín de 1983.Pocos recuerdan que el candidato del radicalismo grabó casi 30 spots, algo menos que Dwight Eisenhower en 1952, cuando se lanzó la primera campaña televisiva que se conoce. La cantidad de televisores ya había llegado allá a una masa crítica que decidió a sus asesores. Los demócratas, en cambio, se durmieron; Harry Truman se había jactado, cuatro años antes, de recorrer el país palmo a palmo.El caso es que la política ya nunca abandonó la TV en ningún país, incluso en los europeos, donde las leyes no permitían utilizarla más que a través de los espacios gratuitos cedidos a los partidos. La llegada de la TV privada cambió las cosas.El claroscuro televisivoDe todos modos, nuestro modelo fue el norteamericano y, muchas veces a destiempo, fuimos imitándolo. Hasta en la publicidad agresiva, que comenzó en 1964 con la campaña de Lyndon Jonhson y primer paso de la degradación del género. Sólo se pudo pasar una vez, porque la reacción de los republicanos no se hizo esperar.En publicidad, la TV pasó por pruebas existenciales a lo largo de una historia que nació en Alemania, en los 30. Nadie podía imaginar, en ese momento, el desarrollo que tendría el medio, que durante mucho tiempo fue un coqueto mueble, como la heladera y el equipo de sonido, y menos aún que ahora no le importe compartir desde un plasma hasta la pantalla de un celular. Su historia es un claroscuro que alterna luces y sombras. En la década del 90, vaciló ante el embate de los medios alternativos, más baratos y precisos, que se convirtieron rápidamente en...

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