El tecnorromanticismo de Goebbels

A pesar de todos sus artefactos y de su ilusionismo técnico, el pensamiento artístico de Heiner Goebbels está guiado en última instancia por algo tan frágil y antiguo como las palabras. Pasaba en la obra Eraritjaritjaka (se vio en el FIBA de 2011), articulada por un tinglado de citas de Elias Canetti. Pasa también en Stifters Dinge (Las cosas de Stifter), la instalación performática que, como parte del ciclo Colón Contemporáneo, cerró el Festival de Verano del teatro. En este caso, las citas proceden del romántico (y más que romántico Biedermeier) Adalbert Stifter.

Acerca de Stifter, Hugo von Hofmannsthal había hecho notar que cada una de sus palabras conseguía dotar de un nuevo sentido a los objetos más modestos e insignificantes. El mismo principio orienta el trabajo de Goebbels. No hay actores ni cantantes ni nada. Pero la voz pregrabada con un pasaje de Stifter que habla del hielo en el bosque pone en acción, recortada contra el fondo sonoro de un latido persistente, la maquinaria de la instalación: cinco pianos operados por computadora, al fondo, y tres piletas con agua, en primer plano. La relación que estos elementos mantienen entre sí y el modo en que se vinculan con las palabras son cambiantes, y podría decirse que esas mutaciones constituyen la materia misma de la pieza -llamémosla así- de Goebbels.

Hay una traducción visual y sonora de la prosa de Stifter, pero lo que se traduce no es una acción (no existe aquí acción alguna en un sentido teatral) sino estados, paisajes sobre los que el ojo...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR