Tatuajes militantes: cuando el fanatismo político se lleva para siempre en la piel

Decir que uno siente la política a flor de piel puede tener un significado simbólico para aquellos apasionados que no dejan pasar ni un minuto sin debatir sobre actualidad. Pero esa frase también tiene su otro lado. La parte literal. La parte de las agujas, la tinta y el arte.

No es una práctica muy común, pero existe y cada vez es mayor. El kirchnerismo y el macrismo tienen en sus militancias a aquellos que no sólo van a los actos, visten remeras con inscripciones de Pro o del Frente Para la Victoria o cantan canciones de cancha para apoyar a sus líderes. Ellos son los que un día deciden ir a un local de tatuajes e inmortalizar en su piel su amor incondicional por un partido político. Locos, los llamarán algunos; incuestionables, los defenderán otros.

Faltaban unos días para que Cristina Kirchner dejara la presidencia en manos de Mauricio Macri. En esos tiempos de reflexión sobre los 12 años que lo significaron todo para él, Diego Nieto buscaba cómo honrar a Néstor y a Cristina. A los pocos días, terminó con la mitad de la espalda tatuada con sus rostros. Y no es el único "tatuaje K" que tiene.

"Gracias a ellos confío en la política." Así explica Nieto por qué se tatuó. El operario de una fábrica automotriz, de 38 años, cuenta a LA NACION que antes del kirchnerismo no tenía interés en la política, pero que después se involucró activamente.

Primero empezó a leer libros sobre Perón y Evita. Después se sumó a algunos actos, donde vio a Néstor por primera vez. En 2010, cuando el ex presidente murió, fue uno de los que pasaron por la Casa Rosada a despedirlo. Más adelante vio a Cristina en un acto en la UBA, donde la entonces mandataria grabó un saludo mirando a la cámara de su celular.

En 2012 se pudo comprar su casa y su mujer se recibió de odontóloga. "Esos años me cambiaron la vida", dice, y afirma que lo suyo no es "fanatismo", sino "convicción". De hecho, también asegura que los tatuajes que se hizo "no son para mostrarlos", sino que son algo personal. Tanto el de la espalda como el que se hizo el año pasado en la pierna: una K con una banda argentina.

Entre los que se tatúan imágenes políticas, el peronismo se lleva casi todo el protagonismo. Un caso extremo es el del boxeador Gonzalo "Patón" Basile, ligado a la familia Moyano. Aunque tiene casi todo el cuerpo tatuado, hay uno que sobresale: el logo del PJ gigante en el pecho. Apenas unos centímetros más arriba hay otro logo: el de la CGT.

Si de diseños se habla, hay de sobra. Desde el...

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