Por qué están tan mal la sociedad y el Gobierno

Alberto Fernández, con la imagen por el piso

Fue el ruido de un estrépito en medio del silencio. Algo parecido a eso sucedió cuando se conoció la encuesta de Poliarquía (y después la medición de aprobación del Gobierno de la Universidad Di Tella ), según la cual el Gobierno tiene índices de aceptación muy bajos, dramáticamente bajos, y se derrumbaron los niveles de aprobación de toda la nomenklatura gobernante. La Argentina es un país habitado por una sociedad disconforme, cargada de malestares y privada también de una noción del destino. Llama la atención que ante semejante paisaje social el Gobierno y sus socios se dediquen solo a ventilar sus pobres discordias o a perder el tiempo en insignificantes, aunque no por eso menos graves, maniobras institucionales. ¿Era necesaria la manipulación de las instituciones que significó dividir artificialmente el bloque oficialista de senadores solo para tener un consejero más en el Consejo de Magistratura ? ¿Era necesario desconocer el derecho del senador opositor Luis Juez a ocupar ese cargo que le manoteó el oficialismo? ¿Fue políticamente oportuno que el Presidente haya elegido cerrar la causa por el escándalo de la fiesta en Olivos, en medio de la más larga y estricta cuarentena que hubo en el mundo, ofreciendo una indemnización de varios millones de pesos? El fiscal no carece de razón cuando dice que el Presidente no tiene menos derechos que cualquier otro ciudadano, pero le faltó decir que tiene más obligaciones . Habría que recordarle a Alberto Fernández a la imprescindible Simone Weil cuando proponía una sociedad organizada no solo a partir de los derechos, sino también de los deberes. ¿Cómo explicarle a ese hartazgo social que el mismo presidente que ofrece a la Argentina como proveedor seguro de alimentos al mundo le reclama apoyo al Parlamento para aumentarles las retenciones a los productores rurales, aunque luego fue increíblemente desmentido por su ministro de Agricultura? ¿Qué productor, rural o industrial, invertirá en un país con un futuro tan vacilante, sometido al mero azar?

Es probable que algunos digan que la sociedad está preocupada por los temas económicos, no por esas cuestiones. Sin embargo, prestigiosos analistas de opinión pública sostienen que el malestar argentino tiene razones económicas, pero también políticas e institucionales. La gente común no puede comprender a una dirigencia gobernante dedicada casi exclusivamente a sí misma. No, sobre todo, cuando la acechan la...

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