En Tacloban, Francisco dio una de las misas más emotivas de su pontificado

TACLOBAN, Filipinas.- Envuelto en una capa de lluvia de plástico amarilla igual a la que llevaban cientos de miles de fieles, sin papalina, porque las ráfagas de viento eran demasiado fuertes y , el Papa celebró ayer en Tacloban, isla castigada por el tifón Haiyan, una de las misas más emotivas de su pontificado.

Testigo él de esa violencia de la que la naturaleza puede ser capaz, en medio de un tifón que hacía que todo se volara, Francisco cumplió el objetivo por el que hizo este : estar con la gente, acompañar su dolor. De intensidad menor y llamado Amang, el tifón de ayer obligó al Papa a acortar cuatro horas su visita.

"Si hoy todos nosotros nos reunimos aquí 14 meses después de que pasó el tifón, es porque tenemos la seguridad de que no nos vamos a frustrar en la fe", dijo Francisco, en una reflexión que improvisó en castellano, dejando de lado el texto que tenía preparado y emocionando hasta las lágrimas a las 300.000 personas presentes. Entre ellas, había muchas víctimas del tifón mencionado, el más dañino de todos los tiempos, que dejó más de 10.000 muertos y una brutal devastación.

"Cuando yo vi desde Roma esta catástrofe, sentí que tenía que estar aquí. Esos días decidí hacer el viaje aquí. Quise venir para estar con ustedes, un poco tarde me dirán, es verdad, pero estoy", agregó, lo que provocó aplausos. "Estoy para decirles que Jesús es el Señor; que Jesús no defrauda", siguió, creando un clima de inmensa emotividad.

Francisco reconoció que cuando pasan semejantes tragedias es normal dudar. "Padre, me puede decir uno de ustedes, a mi [Jesús] me defraudó porque perdí mi casa, perdí lo que tenía, estoy enfermo. Es verdad eso que me decís y yo respeto tus sentimientos, pero lo veo ahí clavado [a Jesús] y desde ahí no nos defrauda", aseguró, mientras sus palabras eran traducidas al inglés por un colaborador.

Jorge Bergoglio también reconoció no tener palabras ante semejante dolor. "Tantos de ustedes han perdido todo. Yo no sé qué decirles, ¡Él sí sabe qué decirles!", admitió.

"Solamente guardo silencio, los acompaño con mi corazón en silencio", agregó.

Al señalar una imagen de la Virgen con el niño en brazos que había sobre el altar, fue más allá. "Nosotros somos como ese chico que está ahí abajo, que en los momentos de dolor, de pena, en los momentos que no entendemos nada, en los momentos que queremos rebelarnos, solamente nos viene estirar la mano y agarrarnos de su pollera, y decirle: «¡Mamá!». Es quizás la única palabra que...

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