Los problemas en el trabajo surgen donde más manos se precisan: en las autopartistas

Es una crisis silenciosa, casi líquida, que hicieron visible nueve locos atrincherados en una grúa. Lenta, corroe persistentemente los contornos de la otrora pujante industria nacional. El corte de horas extras y de empleados eventuales, y el avance de suspensiones y despidos comienzan a marcar con cada vez más frecuencia a aquellos que viven a la sombra de las grandes terminales: las empresas de autopartes.La recesión y la inflación acumulada en los últimos años –con alto impacto en la competitividad de una actividad caracterizada por la mano de obra intensiva– pintan un escenario oscuro. La situación se profundizó con la devaluación y la fuerte suba de tasas, ambas dispuestas por el Gobierno. Es más, el acuerdo con Brasil anunciado el miércoles último –regula los montos del comercio– no cambiará el actual signo negativo en el sector, según cuentan en las empresas.Sin embargo, los hombres de negocio –muchos de firmas extranjeras–, los diferentes gobiernos y el sindicalismo tradicional tienen una preocupación más urgente: el surgimiento de un gremialismo más combativo, no alineado y cercano a los partidos de izquierda.En juego hay, nada más y nada menos, que un estimado de 65.000 empleos y 400 firmas que vendieron en autopartes por cerca de US$ 7440 millones (un 1,40% del PBI) en 2013.Las empresas autopartistas –afirman ellas en voz baja– tienen problemas de competitividad desde hace por lo menos dos años, situación que se profundizó durante 2013. La caída de la demanda brasileña y el impuesto a los autos de alta gama echaron más leña al fuego. "Desde enero hay un quiebre", relatan. La cuenta que realizan en el sector es dura: cuando el salario cae 5%, eso repercute en una baja de 20% en las ventas. "Y las terminales tienen más espalda para aguantar que nosotros", critican. "Hoy hay de todo: cortes de tercerizados, retiros voluntarios, suspensiones y despidos", admiten.La olla se destapó a fines de mayo, cuando nueve despedidos de la fábrica española de piezas estampadas Gestamp, en la localidad de Escobar, se atrincheraron en una grúa-puente a 20 metros del piso durante varios días, lo que derivó en el freno de la producción de esa firma y, a su vez, de varias terminales durante casi una semana. Su principal cliente es Volkswagen.Los trabajadores denunciaban 67 despidos encubiertos. La empresa, que admitía una fuerte baja de demanda desde marzo y había comenzado con las suspensiones en abril, calificaba los despidos como medidas disciplinarias tras dos...

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