¿Hay surf en Malvinas? La aventura de dos hermanos argentinos detrás de la ola perfecta

En camioneta, a pie, en avión, en velero, en gomón, en ferry. Durante 50 días, dos hermanos argentinos recorrieron las islas Malvinas de todas las maneras posibles buscando olas para surfear. También iban al encuentro de otros dos hermanos, surfers como ellos, pero malvinenses. Tenían un objetivo doble. Querían conocimiento local, una ayuda para orientarse en la maraña de bahías y playas vírgenes disponibles en las islas más famosas pero menos visitadas por los argentinos. Pero, sobre todo, buscaban confraternizar, generar un vínculo nuevo. Carente del ruido que desde la guerra de 1982 empaña las relaciones entre argentinos y malvinenses."El agua nos une a todos", dice ya de vuelta en Buenos Aires, Julián Azulay, uno de los dos hermanos argentinos. Joaquín, a su lado, asiente. Altos, atléticos y de pelo largo y desteñido, tienen 33 y 31 años, crecieron juntos y hace casi una década comparten un proyecto de viajes, surf y documentales. Su productora se llama Gauchos del mar y ya los llevó por 40 países. La ola sin fronteras -su cuarta película, la de Malvinas- se el viernes 5 de abril.Comparada con Península Mitre, una de las anteriores, en la que caminaron con las tablas a cuestas durante 53 días por los helados bosques de Tierra del Fuego para surfear, la de Malvinas no implicó un desafío físico tan grande. Sus complicaciones, en cambio, se generaron por los malentendidos derivados de la política.Los hermanos Moffat -Sean y Jay- fueron amables cuando los Azulay se contactaron con ellos por Facebook. Pero, apenas se enteraron de que eran argentinos, declinaron de participar en el documental. No querían aparecer en una película nacional. Su respuesta es la habitual en las islas.Los malvinenses son pocos, apenas 3400 según el último censo, y a la desconfianza típica de su condición de isleños se le suma un aislamiento que es doble. Están al sur del Atlántico sur, más cerca del Antártida que de la civilización, y peleados con su vecino más cercano. A la mayoría les molesta el despliegue de banderas argentinas y cualquier signo de nacionalismo. Además, hay antecedentes de películas y publicidades argentinas que les resultaron agresivas por su chauvinismo.No siempre fue así. En una de las casas donde se alojaron, debajo de un disco del británico David Bowie, se encontraron con uno de José Larralde, el mitológico folclorista argentino. El intercambio cultural y económico entre las islas y el continente era fluido, pero se cortó con la guerra...

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