El superministro y el minijefe de Gabinete

http://www.lanacion.com.ar/1653867-las-idas-y-venidas-en-el-gobierno-por-el-impuesto-a-los-bienes-personalesa los bienes personales el Gobierno abrió una ventana hacia su propia intimidad a través de la cual se constatan varias novedades. La más evidente es que, al remodelar su gabinete, no realizó una transferencia de poder a , sino a . Es un dato relevante. No porque haya un jefe de Gabinete con capacidades reducidas. Aníbal Fernández y también tenían vedado tomar iniciativas. La verdadera alteración es que, por primera vez desde que falleció su esposo, la Presidenta permite a alguien ejercer un rol bastante parecido al de un ministro de Economía.Capitanich y el titular de la AFIP, , tardaron 45 días en enterarse de lo que otros funcionarios advirtieron desde el comienzo. Por ejemplo, cuando Juan Carlos Fábrega, el presidente del Banco Central, quiso avanzar con un desdoblamiento cambiario –sus colaboradores llegaron a consultar en Wall Street–, se encontró con el veto inapelable de Kicillof, quien pasaba por ser el autor de la receta.Por lo visto, Fábrega no comentó el episodio a Capitanich y a Echegaray, que se pusieron a diseñar impuestos sin consultar con el titular del Palacio de Hacienda.Cuando promovió a Kicillof, la señora de Kirchner formalizó lo que venía sucediendo: el entonces viceministro se imponía sobre Hernán Lorenzino, Guillermo Moreno o Mercedes Marcó del Pont. Explica un experto en esa área: "Axel la ha convencido de un catecismo en el que figuran todas las respuestas, ideal para quien ignora la materia; tiene un vínculo directo con Máximo Kirchner y «Wado» De Pedro; además, la Presidenta cree que si el que devalúa, pacta con el Fondo y reprime los salarios, es él, ella seguirá pareciendo de izquierda". Kicillof ya comenzó con los ajustes. Dejó a Capitanich convertido en un bonsai.La segunda revelación del enredo impositivo es que la Presidenta estaría en un estado de aislamiento cercano a la clausura monacal. Es lógico. El 23 de octubre pasado, los médicos le recomendaron por escrito no exponerse a situaciones de estrés. Desde entonces, el Gobierno pasó por la derrota electoral, la caída de reservas, la disparada del dólar, la crisis policial, los cortes de luz, el contubernio hotelero con Lázaro Báez y el ajuste impositivo. Sólo estrés.Es comprensible, entonces, que para desautorizar a Capitanich y a Echegaray, Kicillof esperara a que su jefa regrese a Buenos Aires, a pesar de que el impuestazo llevaba tres días en los diarios...

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