Discurso de la sra.Presidenta ante la Asamblea Legislativa 2009

AutorMirador Nacional

Honorable Asamblea Legislativa: vengo a dar cumplimiento una vez más, a la obligación que me impone como Presidenta de la Nación, el artículo 99, inciso 8º, de nuestra Carta Magna, en cuanto a presidir la apertura de las sesiones ordinarias de este Parlamento y, al mismo tiempo, dar cuenta de la gestión del Estado de la Nación.

Debo reconocer que, tal vez, sea la primera Presidenta en tantas décadas que viene a dar este mensaje ante nuestras Cámaras, en una situación inédita en materia internacional.

Todos los hombres que me precedieron en el ejercicio de este cargo, vinieron muchas veces a hacer su primer mensaje o los que les correspondieran luego, en marco de graves crisis, pero en la mayoría de los casos eran crisis provocadas en nuestro propio país o, tal vez, los coletazos de alguna crisis muy focalizada o localizada que generaba impactos en la economía de nuestro país.

Hoy estamos ante una situación -reitero- absolutamente inédita. Todos, absolutamente todos coinciden que es similar a la de 1930. Otros la comparan con la caída del Muro de Berlín, pero la diferencia con la caída del Muro de Berlín, es que en aquella oportunidad se les había caído a los que estaban del otro lado. Ahora los muros se nos han derribado a nosotros.

Tal vez tenga que ver esto con esta situación, porque la historia siempre tiene concausalidades, que aquel derrumbe del Muro de Berlín hizo caer a algunos en los mismos fundamentalismos en que habían caído quienes habían construido esos muros, los mismos, aquellos que presuponían que el Estado todo lo podía resolver y que poco tenía que ver lo que quería cada ciudadano o cada ciudadana, y luego este otro modelo que se impuso en lo que podemos denominar "fundamentalismo de mercado" en el cual el Estado debía desaparecer, el mercado era el correcto asignador de recursos, la política casi una tarea de administrar lo que se tenía y fundamentalmente más que compromiso de transformación, resignación y acomodamiento de lo que se tenía.

Los paradigmas han caído y vemos todos los días noticias que agobian, caídas de bancos, despidos masivos, fábricas quebradas, parece que nada pudiera tener fin en este vacío sin fin. Y lo que es más importante, los que toda la vida pronosticaron lo que iba a pasar sobre nosotros, sobre ellos, sobre el mundo y sobre la historia, no aciertan en ninguna de las medidas, en ninguno de los diagnósticos. Tengo también mis serias dudas que quienes fueron los causantes de esta crisis puedan tener la capacidad intelectual de formular alternativas y soluciones diferentes. No por malos, sino simplemente por estructuras mentales muy consolidadas por mucho tiempo de pensamiento único rechazando toda otra alternativa, lo cual nos obliga a todos nosotros a ejercitar una fuerza diferente en cuanto a encontrar alternativas a un mundo que se ha derrumbado.

Vamos a ir al G-20 llevando las propuestas que venimos sosteniendo desde hace mucho tiempo, pero sinceramente creo que lo económico y lo financiero es solamente la punta del iceberg. Creo que hay un modelo en crisis que tiene que ver también con una forma de relacionarse en el mundo basado en la subordinación y no en la cooperación, basado, fundamentalmente, en que las reglas sólo existen y deben ser cumplidas por los países débiles o emergentes, y tal vez los que integran un selecto grupo que hasta ahora ha dirigido las economías, las finanzas y la política del mundo no deben atenerse a esas reglas. Por eso, pienso, sostengo y creo que no solamente el problema es económico o financiero.

Al G-20 vamos a ir con lo que venimos sosteniendo desde el año 2003 en todos los foros internacionales, pero que ya no se agota en la mera formulación de los organismos multilaterales de crédito o en la propia organización política que es Naciones Unidas, va a requerir la reformulación total del pacto de Bretton Woods, pero al mismo tiempo también, un acuerdo en materia de políticas macroeconómicas globales que tengan y tiendan a levantar y sostener la demanda global. Porque vemos que, con el solo fondeo de bancos que se caen, no alcanza; el grave problema es que se ha quebrado la confianza y muchas sociedades están al borde de su capacidad de endeudamiento, la han superado, con lo cual uno de los problemas fundamentales del mundo, es lograr reactivar la demanda global, única manera de reactivar la economía, además también de lograr fuentes de financiamiento.

Se va a tener que tener, entonces, una noción de cooperación y no de subordinación en la formulación de políticas en este sentido. También deberán ser reformulados los organismos multilaterales de crédito que ya deberán cambiar totalmente lo que ha sido el ejercicio hasta ahora y que ha sido siempre someter a condicionalidades que tenían que ver con ajustes a las economías emergentes.

Estos organismos multilaterales, Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional deberán convertirse en instrumentos de financiamiento sin condicionalidades, fundamentalmente las economías emergentes que han sido las responsables de las tres cuartas partes del crecimiento de la economía mundial en los últimos 10 años en planes de infraestructura que complementen además, los requerimientos de la demanda global.

Por otra parte, también deberá regularse definitivamente a nivel global, el sistema financiero, el movimiento de capitales para que no se produzca la paradoja que tenemos hoy donde precisamente desde los países emergentes que no han provocado la crisis, emergen y se trasladan hacia los países centrales los capitales.

También llevaremos como propuesta a ese G-20 la supresión de los paraísos fiscales. (APLAUSOS) Se calcula que más del 40 por ciento de los capitales del mundo, están precisamente fondeados en los paraísos fiscales.

Será necesario, entonces, encontrar un modo de cooperación y un modo de funcionamiento global sustancialmente diferente, porque esto trae aparejado también dos análisis o dos conclusiones que no podemos soslayar. La primera, que el acuerdo debe ser global y, la segunda, que va a ser imposible la salida de modelos nacionales si realmente la crisis se prolonga en el tiempo porque terminará impactando indefectiblemente en todos los países a escala planetaria. Esto es una realidad incuestionable y esto es lo que tiene de nuevo e inédito esta crisis: que emergiendo de los países centrales impacta en todas aquellas economías que venían sosteniendo el crecimiento mundial y, al mismo tiempo, no da respuestas hacia afuera ni hacia adentro de sus propias economías.

¿Cómo los encuentra a los argentinos esta crisis sin precedentes a escala global? Esta crisis nos encuentra en nuestro sexto año -me refiero al año 2008, mi primer año de gestión- de crecimiento consecutivo completando el ciclo de crecimiento económico más importante de nuestros 200 años como Nación (APLAUSOS): del 66 por ciento del crecimiento de la economía, 47 puntos se los debemos esencialmente al mercado interno. Un modelo de acumulación que tuvo en el mercado interno, en la exportación y en la inclusión social, generación de trabajo, producción y economía real, los ejes fundamentales. Esta es una de las características de la Argentina frente a esta economía global que se convirtió en una economía de dinero electrónico de carácter absolutamente financiero que nos hace recordar mucho al derrumbe del año 2001 en nuestro país cuando se había construido una pirámide, tal vez no financiera pero sí en torno a la convertibilidad que finalmente provocó el desplome de nuestra economía, de nuestra sociedad y de nuestras instituciones.

Nos encuentra además, a diferencia de lo que sucede en el mundo financiero global, con un sistema financiero que ha duplicado su capital en los últimos 5 años que además, ha pasado de tener al Estado como deudor o como acreedor neto en base a que sostenemos con nuestros depósitos, parte importante también de ese sistema; sistema que además solamente tiene un 12 por ciento de sus depósitos en dólares, que además solamente puede prestar, de acuerdo a regulaciones internas, a sectores que también reciben ingresos únicamente en dólares.

Encuentra además a esa sociedad y a ese sistema financiero, con un nivel de endeudamiento que no supera el 20 por ciento frente a economías como la estadounidense, por ejemplo, donde el endeudamiento de sus sociedades es superior al ciento por ciento de su Producto Bruto Interno.

Se encuentra también con un posicionamiento en torno a la redistribución del ingreso más importante que el que teníamos inclusive a fines del año 2007. En el año 2007 la participación de los trabajadores en el PBI había llegado al 42.9; finalizamos el año 2008 con una participación de los trabajadores en el PBI del 43.6, la serie más alta desde el año 2003 a la fecha donde partimos de un 34 por ciento de los trabajadores en la participación del PBI.

Esto se debe, esencialmente, al modelo de acumulación que también impactó midiendo el último trimestre en materia de desocupación el 7.3, alcanzando también la serie más baja de aquellos 25 puntos de desocupación del año 2003.

¿A qué se deben esencialmente estos resultados que también podemos adosar a lo que fue el resultado de la exportación en el año 2008 donde batimos récord en materia de exportación llegando a 70.124 millones de dólares sobre los 55.880 millones de dólares del año 2007, un superávit que significó el 4.6 de nuestro PBI, el más alto nivel de exportaciones y el superávit comercial más importante de la Argentina en toda su historia? Tiene que ver esto, absolutamente, con el modelo que veníamos...

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