Sor Guadalupe

¿Puede la guerra volverse algo normal para quienes la sufren sin respiro? La hermana María de Guadalupe Rodrigo sabe que eso es posible porque lo vive a diario en Aleppo, Siria. La monja argentina, oriunda de Villa Mercedes, San Luis, que está desde hace años misionando en Oriente Medio, es testigo presencial del horror de la guerra que han provocado los jihadistas en ese país, que hasta hace poco era uno de los más modernos y pujantes de la región.

Oírla hablar de esa tierra, de sus habitantes y de la desesperada tarea a la que ella no renuncia para salvar a los que pudo en la frontera, mostrando su pasaporte argentino y haciéndolos pasar con ella, es un deber, si es que se quiere conocer desde la emoción lo que está ocurriendo, para tomar conciencia de la guerra, que es lo que la hermana Guadalupe quiere.

Son los niños, describe con razón, los que más sufren, niños que tenían cuatro años cuando empezó la guerra y que hoy ya tienen ocho. Niños que viven con miedo, toman pastillas para poder domir y que han terminado jugando con balas que se intercambian como si fueran figuritas, juntadas entre los escombros que siembran las calles tras los continuos bombardeos.

El crudo relato de la monja...

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