Sonidos en tensión: el compositor Haas llega con un potente alegato político

"Una de las primeras obras maestras del siglo XXI". Así definió el director Simon Rattle a in vain (así, en minúscula), la pieza del compositor austríaco Georg Friedrich Haas. "Obra maestra" y "siglo XXI" son dos elementos que a esta altura parecen incompatibles. Pero la frase de Rattle le resultará verdadera a cualquiera que escuche in vain, una de las experiencias más desoladoras y apasionantes de la música de las últimas décadas. Esto se debe no solamente a la refinadísima escritura de Haas, sino a su dramatismo sin atenuantes.

El origen de in vain, que tendrá hoy su estreno latinoamericano en el programa Colón Contemporáneo, se remonta al año 2000 y a un acontecimiento político muy preciso: el triunfo en unas elecciones de la extrema derecha austríaca. "Cuando llegó al poder un partido que nunca había renegado de sus raíces nazis, yo me sentí horrorizado y consternado -dice Haas, recién llegado a Buenos Aires-. Algo que creía superado, estaba allí otra vez. Hoy sabemos que el nacionalismo, la xenofobia, el antisemitismo y la trivialización (con su dosis de admiración tácita) de la era nazi nunca se superan realmente del todo". En ese sentido, habría que decir que in vain es una obra política, aun cuando Haas se resista a definirla como tal. "Yo no puedo escribir «música política». in vain habla de una experiencia humana más general: la de lo reprimido, aquello que se piensa superado y vuelve destructivamente a la superficie. En el caso concreto de esta obra, la ocasión fue política. Pero mi vida tiene otros traumas". Eso explicaría la alusión al Eclesiastés: "Todo es vanidad y correr tras el viento".

Para empezar a pensar los principios que anudan música y política, podría haber dos frases. La primera es de Joseph Goebbels, el ministro de Propaganda del régimen nazi, a propósito de lo que él entendía que sería la "música del futuro": "El arte alemán del próximo siglo será heroico, aceradamente romántico, será nacional y con pathos o no será". La segunda pertenece al pianista y compositor Ferruccio Busoni, que definió la música como "aire sonoro". Si es cierta esta idea de Busoni, que tanto le gusta citar a Daniel Barenboim, quedaría por saber cómo, por qué y por intermedio de quiénes la música se carga de otros atributos y sentidos. Quedaría por saber, en el fondo, si la política llega a la música desde afuera, o bien el poder encuentra algo en ciertas músicas que puede proyectarse hacia fuera.

En in vain la política es un reactivo, y...

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