La sombra de los espías se cierne sobre el caso Nisman

La sombra del espionaje se cierne sobre . Alimentan esta sospecha la sorpresiva y extraña desaparición de un quiosco de diarios de Puerto Madero tras el crimen, la vigilancia que realizaba la Prefectura Naval sobre el fiscal, las supuestas tareas de inteligencia que efectuaban sus hombres, sorpresivos cortes de luz y los supuestos antecedentes de , único acusado de participar en el homicidio. También las relaciones con espías de los policías que vigilaban al funcionario, la explosión de llamadas telefónicas que se cruzaron de madrugada jefes de inteligencia, policías e incluso con teléfonos a nombre del Club Boca Juniors el fin de semana del 17 y 18 de enero de 2015 cuando aún no era público que Nisman tenía un tiro en la cabeza.

A eso se suma que parte de la información del teléfono celular y de la notebook de Nisman fue borrada con un sistema seguro y que su sistema de Wi-Fi fue alterado para cambiarle la clave.

Como si se tratara de un mal spaghetti western, a estas pistas ligadas con el mundo del espionaje, se suman torpezas que facilitaron lo que ahora se investiga como homicidio: en el edificio Le Parc donde vivía Nisman, estaban fuera de servicio 15 cámaras de seguridad, la alarma perimetral no funcionaba desde hacía un año al momento del crimen y los vecinos habían sido objeto de robos en sus departamentos.

El fiscal desgranó estos elementos en su dictamen en el que pidió que Lagomarsino sea indagado como partícipe necesario del homicidio, pues fue la persona que acercó a Nisman la pistola con la que terminó muerto.

El misterio del puesto de diarios fantasma de Aime Paine y Azucena Villaflor, frente a las Torres Le Parc, llamó la atención de los investigadores. Se trataba de un quiosco sencillo, que cerró al día siguiente de la muerte de Nisman. Los vecinos, como Jorge Pierrestegui, dijeron que les llamaba la atención que siempre tenía poco material para vender y que el diariero era un hombre muy formado. "Una persona muy por encima de la media de lo que puede ser un vendedor de diarios, muy formado en política o economía", dijo.

El quiosquero volvió a los seis meses, pero no dio razones claras. Y volvió a desaparecer. Otros dos vecinos dijeron lo mismo, que el hombre que atendía era muy parco. Pero las sospechas se acrecentaron cuando el gobierno porteño informó que el puesto no tenía ningún permiso.

Quienes sí hablaron de espías son los hombres de la Prefectura que vigilaban la zona y Le Parc. El consorcio había contratado a dos...

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