Sola y con un equipo agotado

La Presidenta tiene un problema: se ha quedado sin gobierno. Su larga ausencia, obligada primero y voluntaria después, y los graves conflictos que padeció su país mostraron funcionarios gastados, incapaces de resolver los problemas, desprovistos de cualquier sensibilidad política. Ya es casi palpable la necesidad política de Cristina Kirchner de hacer cambios profundos en su equipo de gobierno para enfrentar los últimos dos años, que son los más difíciles de todas las administraciones. Podrá negarse a hacerlos, como se negó siempre, pero es una alternativa que la condenará a irse acompañada por el mal recuerdo de los argentinos.

El ministro más popular por su ineficacia es, sin duda, Julio De Vido . Lleva diez años sentado en la misma poltrona y los problemas de su cartera no han hecho más que agravarse. Es su responsabilidad, por ejemplo, la caída vertical del stock energético del país. En sus manos, y en las de Alicia Kirchner, está la mayor parte del presupuesto del gobierno nacional. Es tan automática como previsible la reacción de De Vido con cada corte masivo de electricidad: todo es culpa de las empresas distribuidoras de electricidad. O de gas o de petróleo, según lo que falte. Aunque eso fuera cierto, es también su culpa no haber controlado la gestión de las empresas de servicios públicos durante más de una década.

De Vido es el autor intelectual de un sistema confuso de subsidios para las tarifas. Los usuarios pagan poco y nada.

En el caso de la electricidad, el Estado reemplaza ese dinero con subsidios que van a parar a Cammesa, la compañía administradora del comercio mayorista eléctrico, que debería entregarles a las empresas la diferencia entre lo que cobran y lo que deberían cobrar. Esos recursos nunca llegan en tiempo y forma. Las inversiones, por lo tanto, se demoran o directamente no se hacen.

El mecanismo en sí mismo, subsidios del Estado en lugar de tarifas razonables, es ya oscuro y permeable a la corrupción. Ni siquiera existen tarifas sociales para asistir a los más pobres. El Gobierno prefirió subsidiar a todos los usuarios de las grandes empresas eléctricas. El conflicto de 2008 con el campo, por la resolución 125 sobre retenciones a la soja, se originó precisamente en la necesidad del Gobierno de seguir subsidiando los servicios públicos en un mundo que ingresaba en una de sus grandes crisis económicas.

En el ministerio de De Vido se concesionaron todas las obras públicas de la década kirchnerista, las grandes y las...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR