Un sistema político con síntomas de estabilidad a pesar de la crisis

Un sistema que se mantiene estable

Un sistema político mediocre y disfuncional, que lleva décadas administrando un fracaso económico y una decadencia social con escasos precedentes y que logró encaramarse en las primeras posiciones a nivel mundial en cuanto al pésimo manejo de la pandemia muestra, paradójicamente, síntomas anormales de resiliencia y estabilidad. Es muy probable que estas elecciones de mitad de mandato enfaticen esos atributos. En contraste con lo que se advierte en muchos países de la región y del mundo, donde soplan ráfagas de frustración convertidas en energía social transformadora o al menos lo suficientemente vigorosas como para hacer crujir y tambalear construcciones políticas relativamente sólidas (tanto totalitarias como democráticas), en la Argentina, acostumbrada a altos y permanentes niveles de protesta que forman parte del paisaje nativo, el proceso político-electoral parece destinado en el corto plazo a consolidar un sistema de dos coaliciones amplias y heterogéneas, con liderazgos fragmentados, pero que en conjunto apuntan a representar a alrededor del 80% del electorado como mínimo. El Frente de Todos y Juntos por el Cambio tienen eje en la provincia y la ciudad de Buenos Aires, respectivamente, y establecen un vínculo pragmático y flexible con el conjunto de las provincias, respetando y adaptándose a sus identidades, idiosincrasias y liderazgos, con el doble objetivo de maximizar su presencia territorial y su caudal electoral.

La política nacional tiende entonces a adquirir un conjunto de...

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